Como retrato colectivo, no posee contrastes, todos los secundarios son personajes uniformes y estereotipados, de escasa enjundia. Es como si todos fueran exactamente iguales. Vale que el propósito sea el de constatar la pobre carga emocional de la masa adolescente, pero con un elenco tan extenso creo que se podría haber ideado una paleta con más claroscuros.

Como historia de personajes tampoco me impresiona, pues la definición de los protagonistas no va más allá de la chirriante previsibilidad. Otro de los motivos por los cuáles la emoción es escasa es porque hay tópicos demasiado clamorosos y se hacen excesivas concesiones a la ingenuidad en circunstancias que son demasiado evidentes como para incluso vertir en ellas el característico autoengaño adolescente.

No obstante mi opinión cambia totalmente en los dos últimos tercios. Bonitos y desprenden una amabilidad abrumadora, hasta el punto de emocionar de dulzura.