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España España · Málaga
Voto de Kaori:
8
Animación. Fantástico. Musical. Infantil La malvada madrastra de Blancanieves decide deshacerse de ella porque no puede soportar que la belleza de la joven sea superior a la suya. Sin embargo, Blancanieves consigue salvarse y se refugia en la cabaña de los siete enanitos. A pesar de todo, su cruel madrastra consigue encontrarla y la envenena con una manzana. Pero la princesa no está muerta, sólo dormida, a la espera de que un Príncipe Azul la rescate. (FILMAFFINITY)
25 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por una vez y sin que sirva de precedentes, el final feliz de esta película le resta intensidad a la historia. Imaginemos que en vez de con beso y príncipe, «Blancanieves y los siete enanitos» termina con ese «eternamente» escrito en la pantalla. Yo estaba con un nudo en la garganta y los ojillos llorosos. Qué trágico, grandioso y bello desenlace... incluso en la muerte.

Bueno, es solo un detalle que no es que ensombrezca la calidad de «Blancanieves y los siete enanitos». Muchas veces he dicho, y ahora quiero reiterarme, que no se valora lo suficiente la aportación de Walt Disney al mundo. Y digo «mundo», no mundo del cine, porque eso es limitar la contribución de este hombre y su productora a la cultura occidental del siglo veinte. La Historia del mundo es también la Historia de estos personajes animados que cobraron vida hace décadas y que marcaron generaciones e infancias y que establecieron cánones, prototipos, esquemas y una imagen colectiva de los cuentos de hadas y del folclore tradicional europeo.

Con «Blancanieves y los siete enanitos» arriesgaron y triunfaron, y no deja de tener un impagable halo romántico ese estreno en 1937 a las puertas invisibles de una Segunda Guerra Mundial. Por suerte, en el mundo de los cuentos el tiempo se ha detenido hace muchos, muchos años, así que Blancanieves reinará por siempre en sus reinos de bucólica belleza animal y en los bosques donde habitan duendes, fantasmas, brujas y enanos que de las grutas subterráneas amontonan piedras preciosas.

La animación es maravillosa, lo que no quiere decir que sea insuperable, a eso se llegaría después; pero crea magia en cada movimiento, color y nota musical, en cada expresión de los enanitos, sin duda los más logrados junto con una madrastra imponente. La historia, que hoy en día se percibe maligna por el simple hecho de que Blancanieves sepa hacer las tareas del hogar, a mí me resulta de una poderosa impronta femenina. La veneración que despierta Blancanieves se debe en parte a su naturaleza real y en parte, y esto es fundamental, a su naturaleza de mujer. La irrupción del concepto de lo femenino, que vuelve a hermanarse de un modo sutil con lo sagrado, aplasta y vence a lo masculino de la manera más entrañable, dulce y suave posible. Porque cuando una chica te dice que te laves las manos, te lavas las manos, y si no tiene cama donde dormir le ofreces toda la habitación con sus siete camas. ¿Acaso los enanos no optan por la completa sumisión hacia Blancanieves? ¿Acaso eso no es poder?

Tras la aparente blandura reside la fuerza. Así es este clásico eterno.
Kaori
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