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España España · Málaga
Voto de Kaori:
6
Drama Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2013
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mayores méritos de «Rocco y sus hermanos» es que crea debate, y no precisamente sobre la emigración, la familia, la tradición o los peligros de las grandes ciudades, telón de fondo a la trama principal, disimulada durante gran parte de metraje y tras un inicio pesado en el que se disuelven los personajes.

Concretamente cinco hermanos, una novia, una madre y una prostituta que, bien mirado, pasaba por allí. Personajes amplios y dispares que van perdiendo o cobrando importancia a medida que el argumento se desarrolla hasta prácticamente minimizar la historia a un triángulo fraternal y amoroso cargado de tensión dramática y momentos durísimos. Guiados por el título, está más o menos claro que el hermano Rocco será detonante de muchas situaciones, y de hecho es él quien nos mueve a reflexionar y debatir sobre el concepto del Bien. Tras ver esta película creo que cabe preguntarse qué es más «bueno»: ¿perdonar al agresor, o defender al agredido? ¿Buscar la salvación del que peca, o castigarle? ¿Sacrificarte por quien amas, o sacrificarle a él? Muchos dicen que más que bondad, Rocco demuestra estupidez, pero yo no sabría qué deciros. Lo que conmueve no es su errónea abnegación, sin duda discutible (sobre todo en lo referente a Nadia, personaje en exceso determinista, y más después de determinado hecho), sino su amor hacia el descarriado, hacia el que está más hundido, más fracasado, más sucio y condenado, confiando siempre en que habrá redención. Esto, que se califica alegremente de tonto, es una de las virtudes más nobles y difíciles a las que aspirar.

Acompaña a la trama una dirección escandalosa de Visconti, que nos ofrece escenas intensas y no por ello más explícitas, que hoy en día parece no entenderse que a veces es el detalle lo que consigue el mayor impacto: ropa interior que se lanza al rostro, una tele que se apaga y deja todo en penumbras, o ese abrazo sobre la cama y entre lágrimas en una recta final hecha de pasión amarga y desesperanzadora, para mi la parte mas hermosa y compleja. Que momento el de los dos hermanos por el pasillo, arrastrándose casi, exigiendo «sólo a mi» una confesión que lo destruirá todo. Que momento en el que lo justo parece no ser lo mismo que lo bueno, o sí, no lo sé; a lo mejor ya no es una cuestión de moral sino de simple y ciego amor.

Posiblemente sea una frivolidad decir, pero lo digo, que Alain Delon es la prueba palpable de la existencia divina, sublime belleza que ni el blanco y negro, ni su Rocco pueblerino, ni la ropa remendada, los golpes, la sangre o las lágrimas, pueden disimular o ocultar, casi al contrario. Lo raro sería no amarle.
Kaori
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