No tenía yo el gusto de conocer a John McLane, clásico indiscutible del cine de acción. Un tipo no muy duro, pero sí resistente a la par que seductor, aún sin proponérselo, interpretado por un encantador Bruce Willis que te cae bien desde el primer minuto. ¿Quedarán hombres así?

Hacía tiempo que no veía a un héroe pasarlo tan mal. Le pegan, le disparan, está al borde de la muerte, sufre ataques por todos lados y, mientras trata de evitar una masacre y una fuga, se tiene que pelear con medio aeropuerto que, por pura envidia, no le quiere dejar hacer lo que tiene que hacer. A la vista está cómo llega el pobre al final: totalmente machacado, pero sin una queja. De nuevo el héroe incomprendido, pero con la suficiente independencia para afrontar la adversidad caiga quien caiga. Aunque caiga él mismo. Admirable.

Cierto que el gran éxito de este tipo de cine y de esta época concreta le debe mucho al carisma de los personajes y de los actores protagonistas, pero también es cierto que nada sería lo mismo sin la adrenalina de la acción, los tiroteos perfectamente coreografiados, los momentos sentimentales (precioso reencuentro el del final...), una historia sólida, hasta sorprendente por momentos; y, cómo no, sin una puesta en escena clásica y elegante. Imposible no disfrutarla.

Y aunque coger un avión no volverá a ser lo mismo... bien vale la pena pasar dos horas de gran entretenimiento. No os la perdáis.