Está claro que no tengo futuro como friki de «Star Trek». Me resulta imposible separar los dedos dejando ese espacio con absoluta naturalidad, y así no se puede ser trekkie, ni mucho menos.

Tal y como vi «La guerra de las galaxias» enterita, estaba en la obligación moral de ver el otro gran tótem del frikismo pop: «Star Trek». Admito que no me inspiraba ni buenas ni malas vibraciones, así que me he embarcado en la Enterprise con inocente y alegre predisposición... que ha durado unos cinco minutos. A esto le llamó yo envejecer. Y envejecer mal. El elevado presupuesto debía amortizarse de alguna forma, lo mismo que pasa a día de hoy, así que venga a meter escenas y más escenas de naves, estrellas, espacio exterior, movimiento de maquinaria, puertas que se cierran y se abren y gente dándole a muchos botones de colores. Pelmazo. Lento y aburridísimo. Estos efectos especiales no impresionan a nadie y desde luego no deberían ser protagonistas de la historia que nos cuestan.

¿Y cuál es la historia? Pues en una galaxia muy lejana... Uy, no, que me he equivocado... Decía que la historia, que bromas aparte en realidad no se parece en nada a «Star Wars», lo aviso para navegantes y malpensados, nos plantea un futuro siglo veintitrés en el que el ser humano nada como pez en el agua por el universo. En una de esas, se encuentran con una inteligencia no identificada y desconocida que se acerca a la Tierra. Te diría que el resto puedes imaginártelo pero te mentiría. Porque después de hora y media de horterada espacial, de personajes de plastilina, de acción sobreactuada con humillo por todas partes, del almirante Kirk con su cara de soy-el-más-chulo-que-nadie-porque-soy-americano y de un señor Spock que puede considerarse el más intresante de la tripulación; después de ese sopor que se apodera de ti minuto a minuto, entre risas por aquí y risas por allá, sin esperanzas ya, se desvela un misterio que ni siquiera sabíamos que existía y es entonces cuando comprendemos con impotencia lo hermosa, potente y poética que es la idea que sustenta la historia y confirmamos lo mal contada que está. El mérito es suyo, señor Asimov.

Así que hago desde esta plataforma pública la petición de que, en esta era de falta de ideas en Hollywood, alguien se atreva con el remake de «Star Trek». Lo pide a gritos. De momento, a seguir con la saga a ver si mejora.