Vaya por delante que esta es mi película favorita de Inuyasha. Ahora os cuento por qué.

Al fin nos encontramos con una historia donde tenemos al gran Sesshomaru como coprotagonista en una lucha titánica contra una espada llena de malicia que perteneció al difunto Inu Taisho, es decir, el padre de Inuyasha y Sesshomaru. Sorpresón eso de que aparezca en la trama este personaje del que tanto se habla y a quien nunca habíamos visto, más aún cuando nos lo encontramos en una conversación muy importante con Sesshomaru que será clave en la película y también en la serie. Siempre he dicho que Sesshomaru es lo mejor de todo el universo Inuyasha, así que «La espada conquistadora» es una contribución más al personaje, donde además se desvela parte de las intenciones de Inu Taisho al heredarle a su hijo mayor la maravillosa Colmillo Sagrado.

Claro que Sesshomaru no sería lo mismo si no tuviera al lado a ese encanto de personaje que es Rin, una niña con una fortaleza y una voluntad admirables que obligatoriamente parece sacar lo mejor de todos quienes la rodean. Por favor, prestad atención a eso que dice el villano sobre Rin y Kagome: «estas muchachas comparten el mismo deseo que Izayoi». ¿Izayoi? ¿La mujer que se enamoró de un demonio perro y tuvo a Inuyasha como fruto de ese amor? De Kagome lo sabemos y lo esperamos, pero... ¿Rin? ¿Nos están lanzando un mensaje subliminal? ¿Es una confirmación de que Rin no mira con ojos precisamente paternales a Sesshomaru? Que eso también lo sabemos, que solo hay que ver la carita de arrobo con el que se dirige a él. Amor platónico total, solo el tiempo dirá.

Una historia atrayente y completa, con humor, acción y muchos sentimientos. Imprescindible.