Una perla así sólo podía decirse en películas como esta: clásicas, en blanco y negro, y en labios de una mujer. Ahora bien: ¿cómo hablar de «Testigo de cargo» sin desvelar nada del argumento? Lo intentaremos.

En principio, podemos centrarnos en los actores. Que impresionante están todos, de verdad. Charles Laughton no parece que esté actuando; de hecho, me he convencido de que es un abogado gruñón y testarudo fingiendo ser actor, y no al revés. Tyrone Power, idóneo, y Marlene Dietrich descomunal. Si hemos de recordarla por algún papel, yo la recordaré como Christine, un personaje totalmente inclasificable. No digo más.

El juicio es de los mejores que recuerdo. Abogados, fiscales, testigos y jueces no dejan ningún cabo suelto. Además, ese estilo británico a la hora de replicar y de hablar es buenísimo, siempre elegante, ingenioso e inteligente, sin olvidarse del sentido del humor, constante pero sin estorbar. En este sentido, la relación entre la enfermera y el señor Roberts no tiene precio.

El final es demasiado forzado y poco creíble en el planteamiento (y me refiero al fina, final...), lo que le hace perder esa cohesión que se había mantenido desde el inicio. Una lástima. Por lo demás, la trama te engancha desde el primer momento, y siempre puedes demostrar tus dotes deductivas en un caso que no dejará indiferente.

La película, tampoco.