Estoy en plena racha de cine de terror y esta película de 1999 con un 6,2 en la web prometía ser interesante. Al final sí y no.

Basada en un libro de Richard Matheson (sí, el de «Soy leyenda») de 1958 nada más y nada menos, «El último escalón» es más thriller que película de terror. Al principio pensaba que «El resplandor» se había copiado descaradamente de Matheson, pero parece que la novela difiere de la adaptación y el niño que «tiene los ojos» es un invento de la película. Qué poco original has sido, Koepp.

Sea como sea, algo que podemos criticar de «El último escalón» es la abundancia de fenómenos: contacto con espíritus, precognición, premociones, sueños, visiones, poderes mediúmnicos, niño con un don… Todo para que haya momentos sobrenaturales y no quede tan sosa, pero estos elementos paranormales no tienen ningún impacto. Como thriller, podrían haber hecho una investigación mayor, jugar más con los sospechosos, pero tampoco, claro. En fin, que la película es correcta, sin más.

Quien no es solo correcto sino espectacular, es Kevin Bacon, quien aporta calidad, talento, brío, credibilidad, dominio escénico y entereza a una obra que con otro actor estoy segura de que hubiera pasado más desapercibida. Por cierto, que los anillos y la pulsera que usa le quedan de diez.

No tiene nada que ver con la película, pero admito que me encanta ese tipo de complementos para el hombre y quería decirlo. Ale, ya está.