Anda que no hay que ser valiente para rodar esta película como carta de presentación. No he visto nada ni remotamente parecido, sobre todo por el formato mitad documental, mitad película. El polémico de Woody corría el riesgo de que no le volvieran a mirar a la cara, pero aquí estamos cuarenta años después, sin cansarnos de mirarle las gafas.

Ingeniosa, arriesgada, original, creativa y llena de amor al Cine. Porque es que Woody Allen ama el Cine y va haciendo declaraciones de amor constantemente. Los homenajes, caricaturas o parodias (como queramos llamarlo) que despliega en «Toma el dinero y corre» son, a parte de evidentes, acertadísimos. La huida en masa de los presos es posiblemente una de esas escenas con las que se reirá todo el mundo.

Y si ahora me preguntaras de qué va la película o cuáles eran las intenciones del director, no sabría qué contestarte, porque es de esas obras inclasificables, en apariencia absurdas, donde el argumento es prácticamente una excusa para el humor e idas de pinza varias, pero donde, en cualquier momento, puedes encontrarte una pulla, una crítica o un pensamiento que valga la pena.

En fin, que sólo Woody Allen, uno de los mejores, podría hacer «Toma el dinero y corre» y quedarse tan pancho. Que hilaridad.