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España España · Málaga
Voto de Kaori:
6
Terror. Thriller Trascurre el año 1939, recién finalizada la guerra civil. Carlos, un niño de diez años, llega a un orfanato que acoge a huérfanos de víctimas republicanas. Su presencia alterará la rutina diaria de un colegio dirigido por Carmen y cuyo profesor, el señor Casares, simpatiza con la perdida causa republicana. Además le acechará el fantasma de uno de los antiguos ocupantes del orfanato. (FILMAFFINITY)
3 de enero de 2016
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perfectamente esta película de Guillermo del Toro podría estar en esa lista de «películas malas que me gustan». Porque buena, lo que se dice buena, no es. Es tirando a estúpida. Y tiene mil giros metidos con calzador y un planteamiento maniqueo guerracivilistas que echa de espaldas. Pero me gusta.

«Qué soledad la del príncipe sin reino, la del hombre sin calor», reza en una fotografía vieja y en blanco y negro recogida entre los escombros de un orfanato destruido. En esa fotografía hay un muchacho tranquilo, incierto en una playa plácida. En esa imagen hay un fantasma. Es el más triste de todos. Jacinto, el villano de la historia, es lo que la salva y la que hace que sienta esta atracción hacia «El espinazo del diablo». Porque este diablo que se condena a sí mismo fue antes un ángel que perdió el Cielo (¿cómo? ¿cuándo?) y que caído al fondo del Infierno solo le queda sobrevivir. Casi le apoyamos en sus intentos de huida, en su odio contra el mundo. Jacinto, ¿qué ha sido de ti? ¿Qué dolor agudo guardas en el alma? ¿Qué monstruo solitario y rencoroso te ha devorado el corazón? Jacinto, ¿cuándo te hiciste así de duro, cuándo quemaste la conciencia? Carmen, corruptora de menores, dale el oro ya, puñetas, que bastante ha tenido que soportarte.

Fuera del antagónico, con quien los protagonistas Carmen y Casares se portan fatal independientemente de sus villanías, «El espinazo del diablo» corrobora un tópico tras tópico de las historias de fantasmas sin aportar tensión o miedo, apenas intriga. Solo en la recta final gana interés, entre otras cosas porque Jacinto se convierte en el centro de la trama. La introducción y el epílogo de «Qué es un fantasma» le da mayor sentido al relato y el poema que Luppi recita a Paredes de Lord Alfred Tennyson es bellísimo.

Me gusta sin merecerlo.
Kaori
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