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España España · Málaga
Voto de Kaori:
4
Drama Adaptación de un libro de John Carlin (Playing the enemy). En 1990, tras ser puesto en libertad, Nelson Mandela (Morgan Freeman) llega a la Presidencia de su país y decreta la abolición del "Apartheid". Su objetivo era llevar a cabo una política de reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca. En 1995, la celebración en Sudáfrica de la Copa Mundial de Rugby fue el instrumento utilizado por el líder negro para construir la unidad nacional. (FILMAFFINITY) [+]
21 de diciembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recordaba que el rugby fuese tan aburrido. Un partido, un deporte, que es el epicentro de todos los desvelos del mismísimo presidente de la República Sudafricana, pasa con más pena que gloria en «Invictus». Ah, no, a Eastwood llevo perdonándole muchas películas desde hace tiempo, pero esta ya no se la perdono.

Siendo igual de fría, insípida, cargante y tostón que su habitual filmografía, «Invictus» ni siquiera puede recurrir como salvación al planteamiento de la historia. Porque este episodio de Nelson Mandela y sus primeros años de gobierno es irritante y carente de sentido. Qué valor tiene, no ya el rugby, sino la propia idea de nación o patria, o incluso estado, cuando la sociedad, las personas con vida y rostro, padecen el racismo, el rencor, el prejuicio, el hambre, la violencia o el desamparo. Este Mandela ficticio afirma que todo lo de la selección sudafricana es política, y yo digo que claro que lo es: la típica y deshonesta maniobra de manipulación que permite desviar la atención de los problemas y las necesidades reales. No veo el mérito. Ese niño negro a quien los policías blancos invitan a Coca-Cola se volverá a su chabola a recibir la caridad de los misioneros católicos, y los policías blancos a lo mejor caen muertos por algún enfrentamiento interracial, sea o no sea Sudáfrica una nación, ganen o pierdan el partido. Es más, estoy segura de que si perdiesen, la unión arco iris se iría a tomar viento.

Análisis social y político, nulo, casi ofensivo. No hay conflicto o enfrentamiento en ningún sector ni sustrato social. Ayer odiamos a la selección y hoy la apoyamos ciegamente, sin que haya cambiado nada, sin motivo alguno excepto patriotismo barato y cursi. Morgan Freeman está soberbio pero todo lo relacionado con Mandela es inaguantable por pedante, por ese peloteo bobalicón. Los panegíricos, o son ciertos o son bellos, y aquí no es el caso.

Insuficiente. Sudáfrica merece un homenaje más digno, limpio y sincero. Aunque nos duela.
Kaori
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