Primera colaboración, y puede que esto sea lo verdaderamente importante de «La jungla humana», entre Siegel y Eastwood. Luego, vendría lo que vendría, pero cuando se encontraron salió esta cinta que parece puro cachondeo, y no me preguntéis por qué, pero es como si no tuviera una consistencia seria como thriller policiaco.

Clint Eastwood viene a representar, lo que sería en plan cañí, a un cateto. Claro, que un cateto de ojos azules, sonrisa irresistible, porte atlético e insultante masculinidad potenciada por unas gafas de sol, una bañera jabonosa o un torso sin ropa. Ciertamente, este Coogan es un licencioso de cuidado y aunque pague la cuenta del restaurante, resulta, a fin de cuentas, un picaflor de lo más caradura. ¿Podrá la guapa July resistírsele? Veremos, veremos. Por lo demás, Coogan es simpático, oye, conservador a su modo y competente policía cuando se lo propone. Al final hasta se civiliza un poco, que le hacía falta.

Un preso fugado que, ahora que lo pienso, no sé por qué está detenido, será el punto central de la historia y nos dejará unas interesantes escenas de acción y poco más. Genial a mi parecer la secuencia en los billares, donde Coogan pega y le pegan de lo lindo. Algo que me ha impactado son esas imágenes que Siegel intercala en la fiesta hippie en cuanto aparecen dos parajes de homosexuales: la primera vez aparece un esqueleto y la segunda una tarántula gigante. ¿Serán mensajes subliminales?

Poco contundente, en definitiva.