Tengo tantas críticas pendientes que no sé ni por dónde empezar, así que vamos con «Shin Godzilla». Esto es un backstage gratuito de la forma tan desastrosa y poco profesional en que escribo, pero es lo que hay.

Hola, Godzilla, monstruo de las profundidades. Ahora que lo pienso, ¿no es esto muy de Lovecraft? Una criatura que está oculta en los fondos abisales y que de repente sale a la superficie, despierta de no sabemos qué ni por qué. Hasta dicen que el nombre «godzilla» deriva de «god» en inglés, y ya sabemos que los dioses marinos son una parte fundamental de la mitología lovecraftiana. Sé lo que estás pensando, que no tiene nada que ver y que me calle ya y diga algo de la película en sí. Está bien, de acuerdo.

Este Godzilla es una especie de lagarto gigante que tiene la particularidad profundamente nipona de ser radiactivo, lo que viene a ser reflejo del traumático pasado de Japón. Convertido en icono, en un personaje de la cultura japonesa, tenía muchas ganas de ver una de sus películas. No me he ido a los años sesenta, sino a un año 2016 del que esperaba algo medianamente decente, al menos divertido. Para nada.

Me he quedado dormida. ¡Yo! Que no me quedo dormida nunca, jamás. Pues aquí tengo la sensación de que me he perdido algunos minutos de conversación de las muchas que hay, de hecho solo hay conversaciones, solo hablan y hablan y hablan. Un Godzilla salido directamente de la pantalla del ordenador va por ahí destruyendo todo a su paso y ellos, tan competentes, tan eficaces y responsables (de verdad que son admirables) hablan, debaten, estudian y analizan en sus despachos. Vamos, que no es una película de acción ni por asomo, sino de esas casi documentales en las que el noventa por ciento del guion es mostrar qué hacen los políticos, los militares y los científicos ante una catástrofe, pero desde su casa.

En teoría no debería estar tan mal, pero lo está. Este tipo de formato suele ser aburridísimo, a mí por lo menos me lo parece, y no hay nada en «Shin Godzilla» que invite a cambiar de opinión. Todo es insulso, los personajes indiferentes; el conflicto juega un poco con cuestiones políticas y con los traumas japoneses pero nada de eso evita que acabes echando la cabezada en el sofá.

Lo mejor es el ataque de Godzilla, cuando se ve su verdadero poder. El resto es totalmente olvidable.