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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Drama. Intriga. Thriller Tom Ripley (Matt Damon), un joven empleado de una empresa de servicios de Manhattan, pide prestada una chaqueta de Princeton para tocar el piano en una fiesta. Cuando el rico propietario de la casa charla con él, Ripley le hace creer que es amigo y compañero de universidad de su hijo Dickie (Jude Law); entonces, el padre ofrece a Tom mil dólares si va a Italia y convence a Dickie para que regrese a casa. Cuando conoce a Dickie, que es ... [+]
5 de octubre de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anthony Minghella consigue en su «El talento de Mr. Ripley» un trabajo compensado, extenso y no aburrido, y con evidentes cualidades que convierten su película en un producto para consumir con benevolencia: bonita fotografía, gran ambientación, estupendo vestuario, un guión cuidado aunque imperfecto (¡esas fotos, esas fotos!) y una interesante labor interpretativa en la que Matt Damon es precisamente quien menos destaca y Jude Law quien más brilla, y de quien voy a pensar que es el verdadero asesino; porque este hombre te mata, sencillamente te mata, cada vez que irrumpe en escena con esos modelitos que lleva con una clase que no se puede describir, sólo apreciar. Hasta fue nominado al Oscar como mejor actor secundario y se llevó el BAFTA, muy merecido.

Así, comprendo de sobra los motivos que tiene Ripley para encariñarse tanto con el vividor de Dickie Greenleaf, mostrando de tapadillo pero con abierta claridad una trama homosexual muy morbosa, sí, pero anecdótica, ya que no se aprovecha para aportar elementos determinantes en la construcción de la historia o de Ripley. El resultado es un criminal del que desconocemos sus poco definidas motivaciones, tirando a blandito y falto de carácter, lo que es irreconciliable e incongruente con la imagen de un psicópata trepa y mentiroso que actúa con prevaricación, idea que nunca se debería haber perdido de vista y sin embargo se pierde. En fin, unas medias tintas que buscan despertar nuestras simpatías o, al menos, comprensión hacia Ripley, que también tiene su corazoncito, nos dicen, como cualquier tipo normal. Conmigo que no cuenten. Que yo no puedo perdonarle al talentoso Mr. Ripley que se quite de en medio a esa viril belleza de piel bronceada, ojos turquesa y sonrisa diamantina que es Dickie; de verdad que he estado a punto de morir en la escena de la partida de ajedrez en la bañera, donde Minghella, que sabía cómo mirar a un hombre, muestra a un Law como máximo objeto de deseo, metido en el agua mientras besa un cigarrillo y toca una pieza que todos querríamos ser. Momentazo.

Por lo demás, «El talento de Mr. Ripley» carece de tensión, algo importantísimo si de thriller hablamos, y los riesgos que corre el protagonista se perciben como si no fuesen contigo, otro inconveniente. La recta final vaguea bastante, sobre todo con ese personaje que aparece como si todos lo conociesen, y yo no conozco, llamado Peter, y con el que nos obligan a creer que en cuestión de meses podemos olvidar al galán de Dickie.

Más entretenida de lo que parece a simple vista, «El talento de Mr. Ripley» se ve, no diré con alegría, pero sí sin pesadez. Correcta, a pesar de todo.
Kaori
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