Llevaba toda la película pensando, sorprendida, que veía poco de Michael Bay en el estilo de «Independence Day». Y tanto, como que no es suya, sino de Roland Emmerich, y eso sí que me encaja: a la peli le falta nervio.

Repasada su filmografía, se ve que el buen alemán está un poco obsesionado con las catástrofes que ponen a prueba a la humanidad y destruyen la Tierra, sean de la naturaleza que sea, en este caso una invasión alienígena. Esta trama es un poco flipante, que conste, con esa guerra entre naves y aviones en pleno cielo neoyorquino. Pues claro que sí, ¿por qué no? ¿Por qué tenemos tan poca imaginación? Lo que algunos critican con dureza, a mi me encantaría verlo en España, lo repito: Cine de acción que impulse nuestra instituciones y nuestros edificios gubernamentales. El Congreso derruido por una rayo láser de una mega nave espacial que se ha posado sobre Madrid. ¿Por qué no? Y desde La Zarzuela el Jefe de Estado en plan 23-F llamando a la calma, y el gobierno en gabinete de crisis. ¿Por qué no puede hacerse?

En Estados Unidos no tienen esos complejo, y de hecho se pasan de desacomplejados en muchas ocasiones, pero «Independence Day» tampoco me parece en exceso patriótica, al menos si quitamos lo del 4 de julio universalizado. Como ya he dicho otras veces: ellos son así. Les gusta su bandera y les gusta su país, y el sueño americano que te permite incluso morir por Estado Unidos. Riámonos, pero ¿tomárselo como una ofensa?

¡Ay!, qué poca imaginación.