Trabajo británico basado en la novela de Frederick Forsyth del mismo título. Me apunto el libro para próximas lecturas porque tiene tan buena pinta como la película aun antes de verla. Porque muchas veces las buenas películas, así como las malas, se huelen de lejos y «Chacal» de Fred Zinnemann desprende aroma a calidad.

Diría como observación negativa que le falta quizás un punto de emotividad que superase el formato de noticiero, ya que se muestra algo distante respecto a unos personajes y una historia tan potentes. Sea como sea, «Chacal» funciona de maravilla como inteligente e implacable thriller donde la policía francesa tendrá que atrapar a un asesino a sueldo antes de que cometa un atentado contra la vida de Charles De Gaulle. Admito que casi prefiero que alcance su objetivo. El Chacal de Edward Fox es la inteligencia personificada y la clase andante; ojo al fular del cuello y a su Alfa Romeo Giulietta Spider. Hasta es capaz de matar besando. Chacal puede que sea bueno o puede que sea malo, o puede que no sea ni una cosa ni la otra, pero aún así nos fascina por su relajado encanto y su irreprochable falta de «sensibilidad» para ejecutar sus planes. Fox es leyenda.

Para detener a un hombre como él, del que no se puede esperar que cometa errores como diría el detective Lebel y, de hecho, no comete, hace falta un antagónico a su nivel mental. Michael Lonsdale es el encargado de perseguirle a través de una investigación milimétrica que, sin embargo, cuenta con algún que otro golpe de suerte que entraría dentro de ese invencible concepto de fatalidad, más presente que nunca en el desasosegante desenlace. La puesta en escena europea añade categoría y buen gusto.

¿Por qué Chacal? Sí, sé que también te lo estás preguntando.