El jaleo de los Hermanos Marx. Uno de los grandes iconos del humor, y dejémoslo en humor, sin mas calificativos, porque lo suyo no es solo absurdo, no es solo surrealista, no es solo delirante ni irreverente, es también natural, también inteligente; porque vaya pedrada ese «parece que la situación política ha mejorado» en la Italia fascista de 1935.

Escenas antológicas como la del famoso e irrepetible camarote son una muestra de ese estilo genuino y genial malamente repetido que se basa en mucho más que una frase ingeniosa o una broma acertada, sino en una actitud de vida difícil de definir, un carácter ante las cosas, los problemas y las personas donde parece mezclarse una alegría indestructible, un sano culto al caos y un compromiso ético en el que siempre acaba triunfando la bondad. Lo dicho: un jaleo completo.

Es verdad que los números musicales, que son de gran virtuosismo, parecen incordiar un poco en la trama, aunque en esta ocasión me han resultado bastante bien insertados, en una unión con los humildes y desfavorecidos a quienes los Marx le llevan música y risas. De alguna forma, es una declaración de intenciones.

Pasan las décadas, pero estos hermanos se mantienen siempre jóvenes. Vamos todos a la ópera.