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España España · Málaga
Voto de Kaori:
7
6,3
4.800
Serie de TV. Animación. Ciencia ficción. Acción. Comedia Serie de TV (2003-2005). 76 episodios. En el siglo XXXI la Tierra cae bajo el dominio del malvado emperador Bola de Billar IV, que odia a la gente con pelo, probablemente por envidia. Por eso decide crear un ejército de Cazadores de Pelo, que se dedica a rapar a la gente de todo el mundo. Bobobo, que desde pequeño tuvo la especial habilidad de comunicarse con su propio pelo, se ve empujado a luchar contra Bola de Billar IV, y toma el ... [+]
23 de marzo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a que digan por ahí que «Bobobo» no es una serie educativa y por ello, entre otros motivos, la cancelaran injustamente, yo creo que sí nos ha enseñado varias cosillas. Al menos hay un par que tengo muy claras.

Una, que si empiezas a ver algo debes llegar hasta el final; no importa lo aberrante, lo horroroso que te parezca al principio. En «Bobobo» queda claro que siempre se puede mejorar, de tal manera que si los primeros episodios son muy malos, con los siguientes se enmendará lo que parecía destinado al cubo de la basura animada. Dos, y muy importante: «Bobobo» es la prueba definitiva de que sí existe una línea entre el humor sano y la simple estupidez; no todo vale y no es lo mismo hacer el tonto que hacer gracia. Esa línea es posible que sea muy fina, ambigua y subjetiva, pero está ahí y deberíamos aprender a identificarla.

Como he dicho, «Bobobo» empieza como un cúmulo de historietas sin lógica alguna, sin sentido de la realidad, sin para qué ni por qué y sin pizca de simpatía, porque incluso te caen mal los personajes, con sus asquerosidades del cabello nasal y los ataques con cuescos. Luego, parece que el autor se dio cuenta de que por ese camino no llegaba a ningún lado positivo, así que le dio cierto sentido a la historia y perfiló el carácter de los personajes para que pudiéramos cogerles cariño y fuesen verdaderos héroes y no payasos. El propio Bobobo en mi opinión pasa de ser un chulo presuntuoso y borde a configurar un héroe muy loco pero también, en el fondo, todo un caballero. Por cierto que shippeo al máximo a Bobobo con la luchadora de la tercera generación Rem; aquí hay tomate, os lo digo yo.

Pero, bueno, ¿«Bobobo» tiene alguna lógica, tiene argumento? Pues sí, aunque no lo parezca. Todo se basa en realidad en el llamado «poder absurdo» que emplean los «luchadores del absurdo», del que Bobobo y Don Patch son sus máximos representantes. Esto permite desequilibrar a tu oponente a través de mil y una locuras en las que se pueden inventar mundos, crear ilusiones, transformarse, fusionarse o utilizar cualquier cosa como arma de guerra. O simplemente despistar al enemigo para pegarle una buena patada voladora. Así, cuantas más absurdeces, más poder. Por eso Bobobo necesita tanto de sus amigos absurdos, y lo cierto es que el trío que forman Bobobo, Don Patch y Tennosuke funciona de maravilla y es cuando se unen cuando la serie empieza a remontar. A Softon le podrían haber dado más juego, porque pese su cabeza (nunca sabremos por qué, si es humano...) es el más atractivo en cuanto a personalidad y técnicas de lucha. Otros personajes loquísimos: Destapeman («¡te esperábamos, maestro!») o Dengakuman, que tiene hasta su propia canción, ya mítica.

En el terreno femenino encontramos a la protagonista Beauty, una niña completamente cuerda y muy buena que, sin embargo, tengo la sensación de que ha perdido poder respecto a otras chicas animadas del pasado, ya que si nos fijamos apenas ejerce influencia sobre la manada de absurdos que la rodean, sobre todo al principio; luego parece que los domina más. Sea como sea, las féminas en «Bobobo» vienen a representar lo que ya hemos perdido: la superioridad. Es decir: ellos, amigos o enemigos, pueden sufrir todo tipo de penalidades y absurdos, pero ellas no, sean amigas o enemigas. Para Bobobo, Beauty es intocable y de hecho llega incluso a aparcar su locura cuando se trata de ayudarla o protegerla.

La serie está inacabada, pero nos ha dejado su impronta, su espíritu desenfadado con un toque irreverente que no desentona y, por encima de cualquier otra cosa, nos ha transmitido lo que siempre deberíamos tener: una absurda alegría de vivir.

Fin del episodio.
Kaori
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