Que pedazo de banda sonora tiene «Grease». Eso la salva. Imaginemos a la Olivia Newton-John de turno cantando el último éxito de Beyonce, por ejemplo, o a un nuevo Travolta engominado bailando al son de Justin Bieber. No es por criticar, desde luego, pero hay Música y... otras cosas. Si eres fan de alguno de estos respetables cantantes, dale al No con toda libertad.

«Grease» consigue ser una comedia romántica musical, tres géneros bastante difíciles de conseguir, y más juntos en una misma película. A mi me ha gustado; no me ha hecho enloquecer, pero sí cala en el imaginario colectivo y te deja una buenísima sensación. Los actores son carismáticos, el amor (y el sexo) se respira en el ambiente, los personajes son tremendamente arquetípicos y la historia entretiene y alegra. Todo aderezado, por supuesto, con unas canciones inmejorables. El «Tears on My Pillow» es una maravilla, o el «Blue Moon», o... Todas.

También es verdad que se pasan con los números musicales en detrimento del argumento propiamente dicho, y alguno sobra por completo, como el del salón de belleza. Tampoco entiendo muy bien algunas situaciones y no sé por qué la cándida Sandy tiene, al final, que vestirse de zorrón. Me pregunto si ese cambio es definitivo o se trata sólo de una forma de hacerle ver a su enamorado que necesita alguna satisfacción... Sea como sea, la trama es lo de menos, y la película hace alarde de ello, así que hay que reconocerle que también es valiente.

Por cierto, John Travolta está genial como pandillero en continua interpretación de sí mismo; esa forma de moverse, de andar, las chulerías ensayadas, la gomina y el peine... Graciosísimo cuando se pone a hacer gimnasia. Clasicazo.