¿Para ella, o para él? Que a mi Ed Harris me parece un grandioso regalo, tan atractivo que es él, aún y a pesar de esos cabellos de punta y esa calvicie incipiente que no le resta encanto. Vamos, que V tiene mucha suerte al toparse con este viudito algo despistado, inteligente, padrazo y, en fin, todo un caballero.

Estas historias de redención y amor son, por lo habitual, simpáticas, y esta de Richard Benjamin es bonita y divertida a partes iguales. Además, con unos niños muy precoces en el terreno sexual pero tremendamente ingenuos que hacen que te partas de risa con sus salidas de tono y sus preguntas curiosas. Sea como sea, sus peripecias indecorosas no son más que el punto de partida para que el pequeño y huérfano Frank encuentre a una prostituta llamada V, y cuyo nombre no podemos desvelar, a la que verá como la compañera perfecta para su padre. A partir de aquí, melosidad, relaciones materno-filiales, un toque de infancia y preadolescencia bastante atinado y primeras veces que nada tienen que ver con el sexo.

El final nos lo podremos imaginar, pero qué buen sabor de boca deja. Ojalá todas las mujeres como V encontraran la felicidad como ella. Y no quiero ponerme cursi.