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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Acción. Ciencia ficción. Thriller. Fantástico Lucy, una joven obligada a ejercer de mula de una nueva y potente droga, adquiere de repente enormes poderes sobrenaturales cuando la bolsa de la droga se rompe y los narcóticos entran en contacto con su cuerpo. Entonces, su cerebro comienza a aumentar la capacidad de uso hasta poder ser utilizado al 100%, convirtiéndose en una máquina letal con habilidades extraordinarias. (FILMAFFINITY)
25 de agosto de 2014
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo pregunto, que conste.

«Lucy» es ciencia ficción, de acuerdo, pero deberíamos exigir que este género tuviera unas bases reales y científicas que le dieran a la historia cierta credibilidad, una estructura más o menos sólida para construir la hipótesis fantástica. No digo que haya que hacer un doctorado, no señor, pero un mínimo de verosimilitud, sí. Besson, sin embargo, parte de una trola como una casa: el mito del diez por cierto. Falso. Además, no he podido constatar la existencia de la sustancia esa CPH4 que, según explican, producen las embarazadas a las seis semanas, lo que me hace pensar que es otra mentira. Afirma Besson que la enzima existe, solo que le ha cambiado el nombre... ¿Mande? En fin. De esta manera es muy difícil meterse en el juego que nos propone la película.

Aún con todo, nos metemos. Supongamos que por una causa indeterminada el ser humano pudiera alcanzar una serie de conocimientos antes vetados; imaginemos que las neuronas de nuestro cerebro se multiplican o, yo qué sé, empiezan a comunicarse tanto que aumentan sus capacidades. Si esto ocurriera, ¿nos comportaríamos como Lucy? Una persona que conoce la verdad de la vida, que es capaz de manipular la materia, que mantiene todos sus recuerdos (por favor, ¡qué diría aquel Funes de Borges!) y que siente las cosas, el espacio, cómo gira la Tierra... Una persona, repito, que está inmersa en ese caos, en esa trascendencia, ¿podría tan siquiera soportarlo? Esta chica se ve que sí y se dedica a dar caza a sus agresores y a consultar con un neurólogo, muy tranquila ella. Pues claro, como si no pasara nada.

Evidentemente, pasa. Pasa que el trailer te ha desinflado la primera media hora de película, si no más, así que ya ves el interés que esto puede despertarte. Pasa que las imágenes documentales chirrían tanto, que hubiera deseado apagar la pantalla de cine y salir corriendo. Pasa que el afán de incluir efectos especiales atiborra el último tramo con un paseíto histórico inspirado en Kubrick que no viene a cuento y que dudo que sea importante como legado a la humanidad; pero, hombre, cómo no vas a meter un dinosaurio en la trama, ¿eh? Pasa que nos quedamos sin reflexión sincera sobre qué somos, qué hacemos, de dónde venimos o hacia dónde vamos, pese a que la historia finge constantemente que es muy filosófica sin necesidad alguna. Pasa que ni la acción tiene garbo; a ella le sale todo tan fácil...

Besson ha querido implantar un icono, un paradigma nuevo en el cine de acción y ciencia ficción con su «Lucy» de bote, pero se ha quedado a años luz de conseguirlo. La voz de Johansson nos dice al final que ya sabemos qué hacer en la vida. Desde luego que sí: no ir a ver su película.
Kaori
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