Así se define Eastwood en esta película de acción e intriga donde un veterano agente del servicio secreto norteamericano se verá envuelto en una peligrosa trama para matar al presidente de los Estados Unidos. Otra vez. El veterano agente es Eastwood, claro, y el asesino que se las hace pasar canutas, el formidable John Malkovich.

Los buenos villanos son los que pueden decantar la balanza hacia una aceptable historia o a una mejor, y en este caso «En la línea de fuego» cuenta con un gran antagónico como Mitch Leary, auténtico «cazador» de mil caras y un único propósito: la destrucción, incluso de sí mismo. En sus planes se entrecruzará Frank Horrigan, quien arrastra un pequeño trauma desde el asesinato de Kennedy y de quien se pondrá en duda en todo momento si es capaz o no es capaz de recibir la bala dirigida a otro hombre. He de decir que Eastwood, por este entonces, tenía, no ya más de cincuenta años sino de sesenta, y admitamos que el hombre se conserva muy bien, tanto como para conquistar a Rene Russo, veinte años más joven. Tierno romance, por cierto, con miradas mientras se toca un piano que derrotan a cualquier mujer.

Dignas escenas de acción, persecuciones, una cuidado investigación, muertes, amigos, enemigos, Ennio Morricone y factura elegante (qué trajes tan bien puestos) para un thriller de lo más acertado por parte de Wolfgang Petersen. Muy entretenida.