Viniendo de una cuarta entrega tan desastrosa, que la siguiente y quinta mejorase no podía resultar muy complicado. Steven Quale es el matarife que se encarga de darle muerte a un grupo de personas que escapan de la temida muerte. Lo sabemos, ¿verdad?

El interés de la saga ha quedado reducido a ver como mueren muchos y de la forma más cruenta posible. Eso, para quien le interese, claro. A mi no me va ese espíritu gore sin ninguna otra finalidad que no sea la sangre y el dolor. Personajes que te traen sin cuidado, que no aportan nada nuevo, y una indiferencia asombrosa ante la pérdida de amigos, compañeros y conocidos. Algunos fallecimientos son rematadamente desagradables. La gimnasta, por ejemplo... en fin. Aún con todo, se toma con más serenidad la cosa y la historia añade cierta intriga y acción que es bienvenida, aunque desprovista de toda magia y filosofía.

El giro de guión final, muy acertado, de lo mejor de la historia. El destino nos persigue. Una vez más.