Aunque no me considere lo que dicen por ahí una tintinóloga, sí es cierto que siento mucha simpatía y admiración hacia Tintín y Hergé, a quien en una ocasión escuché hablar en una interesantísima entrevista hace ya muchos años que todavía recuerdo por la honda gravedad del autor. Tal y como Tintín viaja por todo el mundo en sus fascinantes aventuras, así en todo el mundo este reportero de raza cuenta con multitud de seguidores. Es un icono pop a decir verdad. Su tupé rubio y su identificable estilo años treinta no solo han resistido el paso del tiempo sino que se han instaurado en mito. Podríamos preguntarnos por qué. ¿Cuál es el secreto del éxito de Tintín? Quizá la respuesta sea meramente sentimental. Porque sentimos que Tintín no es una ficción sin alma, sino un hombre que es parte de la Historia viva y hace de un siglo veinte tan atroz como hermoso una época eterna.

Claro, que habría que preguntarle a Spielberg qué es lo que a él le gusta de Tintín. Yo no entiendo nada de esta película. Es decir, no entiendo su visión ni su fundamento. Combinar tramas de distintos volúmenes puede ser una idea tan mala o buena como cualquier otra, pero lo imperdonable es conseguir que las aventuras de Hergé sean aburridas hasta el agotamiento. Lo curioso es que mientras la trama es fiel al cómic «Tintín y el secreto del Unicornio», la película aguanta muy bien. Hay intriga, hay misterio, hay deseos de saber qué pasa. Sin embargo, en cuanto muta a «El cangrejo de las pinzas de oro» versión hollywoodiense, alias vamos-a-cambiar-lo-que-nos-de-la-gana, el bajón es irrecuperable. El guión empieza a ser irrelevante y el ritmo se apelmaza para ir concatenando escenas de acción-tobogán en las que todos los personajes deberían fallecer por la imposibilidad de salir con vida de semejantes piruetas, caídas, vueltas y saltos a cual más in extremis. Esto es porque se olvidan del argumento para hacer dinero con las novedades de la alta tecnología en 3-D y animación. Chorradas. Milú está espantoso, ¿a quién queréis engañar?

Leámonos el cómic.