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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Drama Andrei Gorchakov, un poeta ruso, recorre Italia en compañía de Eugenia con la intención de investigar la vida de un compositor del siglo XVI sobre el que está escribiendo. En su viaje se encontrarán con el apocalíptico Domenico. (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2015
40 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena lo que ocurre con «Nostalgia». Esta película tiene un bonito planteamiento y unas emociones sinceras: las emociones del exiliado Tarkovsky de su madre patria rusa. Sabemos el terrible contexto histórico que vivió el director y comprendemos su angustia, sus anhelos de regreso al hogar, su melancolía ante el presente. Todo eso está muy bien, es real y auténtico. Todo lo demás no.

Me sigue pareciendo artificioso. No digo que sea hipócrita; digo que fuerza la estética y el lenguaje cinematográfico para buscar una poesía inexistente y por supuesto subjetiva. Una iglesia gótica será siempre hermosa, pero plantarla en una película no hace de la cinta algo bello o poético, sublime. Se necesita un plus, un añadido, una visión posiblemente más sutil y trabajada del concepto. Así, Tarkovsky se adentra en la parsimonia y en los silencios más que en las palabras durante la estancia de su poeta Andrei en Italia. Mucha agua y muchas ruinas, una devastación espiritual en la que se mueven los personajes. Simbólico, sí, pero insuficiente, pesado, escaso, irreflexivo e incluso limitado desde un punto de vista técnico.

Las obsesiones de Tarkovsky se hacen de nuevo evidentes, pero son obsesiones intransferibles que solo le interesan a él y que solo él, y algún erudito, pedante, de la misma mentalidad o acoplado a la mayoría, traducirán con los ojos llenos de lágrimas y sin apenas certezas. Las bicicletas, el barro, el nombre de María o el fuego son constantes presentes en ese universo propio de locura y sacrificio que no conduce a nada ni nos enseña nada relevante. Decir que estamos en decadencia es quedarse en lo superficial; lo que importa es señalar las causas, los motivos, las consecuencias, los porqué, las soluciones, las posibilidades de esa decadencia. Ofrecer algo más aparte de obviedades.

El vehemente y abstraído Domenico terminará como se veía venir que iba a acabar, lo que parece ya de chiste, y Andrei se hará cargo de cumplir la obsesión de la vela encendida. Para ellos será importantísimo. Para mí no. Porque una vela encendida no es más que una vela encendida a no ser que previamente construyas un significado sólido para esa metáfora, para ese acto que se presenta elevado. Ser más o menos sombrío y abstracto no hace de una obra algo extraordinario.

Y ahora sacrificadme.
Kaori
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