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España España · Málaga
Voto de Kaori:
2
Drama Irlanda, siglo XIX. Una mujer (Glenn Close) se ve atrapada en un triángulo amoroso inusual. Se disfraza de hombre para poder trabajar y sobrevivir, pero 30 años después se encuentra perdida en su propia prisión... (FILMAFFINITY)
12 de julio de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si quieres ver un tostón de cuidado; si te apetece una película mala de narices; si estás buscando un rollo descomunal, esta es tu película. Supongamos que estás pasando por una depresión momentánea y lo único que quieres es sentirte peor, regodearte en tu sufrimiento y en tu negatividad. Si es así, pues ponte «Albert Nobbs». Seguro que hasta resulta terapéutico, porque entonces comprenderás que tu dolor no es nada comparado con el que te inspiran los ciento ocho minuto (¿solo?) de nadería de época y travestismos homosexuales y heterosexuales, y bisexuales y... yo qué sé.

Si es tan mala, tan mala que incluso me he olvidado de ella. Es decir, que la borré de mi memoria y no la he votado hasta ahora. Qué cosas ocurren. En fin, Glenn Close se viste de hombre a raíz de un trauma de su pasado (sí, el que estás pensando) y la gente a su alrededor no se cosca de nada. Yo esto lo veo un poquito raro, la verdad, porque mira que somos diferentes los hombres y las mujeres, así que por muy masculinas que sean Close y Janet McTeer (que está fantástica), el engaño no triunfa. Ni hay sorpresa ni asombro. Lo que sí hay es algo de intriga en los primeros minutos: saber quién se va a llevar al huerto a la doncella Helen de Mia Wasikowska, porque esa chica desde que aparece lleva en la frente el cartel de voy-a-caer-en-desgracia-por-un-hombre. Vamos, todo muy inesperado y rompedor, claro que sí. Las tendencias sexuales de la protagonista siguen siendo un enigma a día de hoy y podemos decir con toda seguridad que a Albert le falta un tornillo, y no penséis mal, que no es por sus costumbres transexuales, sino por las ideas que se le meten en la cabeza. Incomprensible todo.

La factura técnica está muy bien y blah, blah, blah... No hay más en la película. Bodrio frío y absoluto. De pasada aparece Jonathan Rhys-Meyers haciendo del típico guapo, rico y pervertido, que es lo más normal del mundo. ¡Sigh!
Kaori
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