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España España · Málaga
Voto de Kaori:
3
Acción Casey Ryback, exmiembro de la marina americana, trabaja como cocinero a bordo del USS Missouri. La tripulación organiza una fiesta para celebrar el cumpleaños del capitán Adams: han contratado a la banda de música de William Strannix y a una chica playboy que deberá salir por sorpresa de la tarta. Lo que Adams ignora es que se trata de una sorpresa mortal. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2013
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver «Alerta máxima» sigo preguntándome una cosa para la que nunca encontraré respuesta: Tommy Lee Jones, ¿qué haces en esta película?

Un año antes había intervenido (ay, madre, si es sigo sin comprenderlo, me cuesta hasta decirlo) en «J.F.K.», lo que le valió una nominación al Oscar y que además, por esas casualidades de la vida, he visto en el mismo día. Así que podréis comprender dos cosas con facilidad: una, el desconcierto que supone ver a un mismo actor, y de su talla, en películas tan mediocres como la que nos ocupa; dos, que Tommy Lee Jones es con diferencia lo mejor de «Alerta máxima». Bueno, él, y lo que te ríes con el Seagal queriendo ser lo que nunca ha sido ni será: un buen luchador de artes marciales.

La historia nos cuenta el secuestro de un barco militar por parte de un grupo, del que luego iremos sabiendo su procedencia e intenciones, capitaneado por William Stranix, un señor bastante loco pero muy cuerdo en su trabajo y que es un auténtico crack en el terreno que pisa. Tanto es así, que yo hasta estaba dispuesta a apoyarle en su enfrentamiento con el bueno, Casey Ryback, porque además, y pese a sus villanías, es simpatiquísimo. Claro, por exigencias de guión, este grupo asaltante tiene que ser la incompetencia personificada, y hasta debemos creernos que dejen vía libre a sus oponentes, que van por el barco como Pedro por su casa. Juas, juas.

Las escenas de acción son rayanas en lo lamentable, por simplistas y estratégicamente planteadas para que Steven Seagal quede lo menos mal posible, cosa siempre difícil. Atentos, por ejemplo, a la pelea entre Ryback y Stranix con los cuchillos; observemos los movimientos frenéticos de un Seagal que no puede más que aparentar y dar una falsa sensación de fuerza con su más de metro noventa de estatura. No debería engañar a nadie. Sólo retuerce las manos y lanza por los aires. En un par de ocasiones, haciendo, y él sí, un esfuerzo máximo ¡se agacha y utiliza las piernas! Para tomárselo a cachondeo, ideal. Por cierto, inconmensurable su chulería y el extenuante peloteo que le dedican durante toda la película y por parte de todos los personajes. Lo de la chica-figurín y ese beso que se dan, mejor ni recordarlo.

Mala, pero amena de tan tonta que es. Lee, no me hagas estas cosas, anda.
Kaori
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