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España España · Málaga
Voto de Kaori:
2
Ciencia ficción. Drama. Comedia En un extraño y deprimente universo futurista donde reinan las máquinas, una mosca cae dentro de un ordenador y cambia el apellido del guerrillero Harry Tuttle (Robert de Niro) por el del tranquilo padre de familia Harry Buttle, que es detenido y asesinado por el aparato represor del Estado. El tranquilo burócrata Sam Lowry (Jonathan Pryce) es el encargado de devolver un talón a la familia de la víctima, circunstancia que le permite ... [+]
14 de febrero de 2015
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habría que hacer en algún momento la lista de títulos de cine más sin sentido del mundo. En ella estaría «Brazil» sin ninguna duda. Me chivatean por ahí que se debe a la cancioncita, pero está claro que no hay relación ninguna, y mira que durante toda la película he tratado de encontrársela. Como ha sido imposible, qué más dará que le cambie el nombre. Ya me imagino el cartel con «Albacete» saliendo de la cabeza del soñador. ¿Y por qué Albacete? ¡Ah!, y ¿por qué Brasil? No preguntéis, que los genios como Terry Gilliam y yo tenemos esas cosas.

«Brazil»... o «Albacete», da lo mismo, es una película que decís barroca, pero es que yo lo único que veo es cartón piedra y coches de juguete por todas partes. Un respeto para el Barroco, por favor. Las comparaciones con Orwell y su «1984» me dan vergüenza ajena, porque la peli esta no llega ni en sueños a la genialidad del libro ni a la adaptación de Michael Radford, que por cierto cuenta con menos nota media en la web. Los mecanismos represores del régimen deberían intervenir en esta prueba evidente de deterioro social y cultural.

Lo que hace Gilliam es una tortura masiva y desinformativa a los pobres ojos y cerebros de los espectadores, que nos vemos atrapados y amordazados en este inverosímil relato de vueltas y revueltas con un guión que merece una ejecución pública, personajes de quita y pon, y una mera apariencia totalitaria en la que en ningún momento nos explican en qué se basa, cuáles son sus principios ni para qué se tortura con tanto ahínco a la gente, lo que equivaldría a una sincera reflexión política y filosófica; personalmente creo que es por simple sadismo, para demostrar lo malo que es el Estado. Una simpleza detrás de otra con crítica de pacotilla a no sabemos qué y mediocre alegato a la libertad.

Yo me quedo en Albacete.
Kaori
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