Viendo esta segunda parte, casi me da vergüenza reconocer que me gustó la primera. Pero es que, en serio, no es lo mismo. No, no lo es.

Michael Bay, cual Transformer, se va transformando de director malo a director bueno según su conveniencia o posibilidades. Quizá es que estaba ya aburrido, no le interesaba el proyecto o simplemente dio todo lo que podía dar en la uno, pero el caso es que «Transformers 2: La venganza de los caídos» es una pesadez de película que no mantiene las constantes de su estilo. La música pasa a un segundo plano, las fotografía es anodina, no hay juego de cámaras, no hay preciosismo ni estética de ninguna clase. Sólo en la última media hora, que es de lejos la mejor, observamos planos de gran belleza, como el del cabello de Megan Fox al viento con el cielo detrás mirando al moribundo Sam. Que bonito.

Así pues, hay poco que sobreviva en esta carnicería metálica. Los Transformes que ya conocíamos desaparecen casi todos para cambiárnoslos por dos cochecillos estúpidos e insoportables y por tres motos que han aparecido de repente y que no dicen ni una sola palabra durante toda la película. El guión no sé si será complicado, y de hecho es posible que no lo sea, pero es que no interesa y se va olvidando cada cinco minutos. El protagonista ya no tiene que demostrar nada a nadie ni tiene que conquistar a su amada, con lo cual resulta bastante poca cosa y predecible. El humor es ridículo, lo cual no es nuevo, pero ahora es hasta de mal gusto. En fin, decepcionante.

Aprovecho, dada la presencia de Megan Fox, para reivindicar el lugar de la belleza en el Cine. Puede que hoy en día se prefieran mujeres sin chispa ni curvas, tan normales como tú y como yo, o quizá es que algunos creen que el físico te roba talento, lo cual es ya insultante. Por un motivo o por otro, parece que si eres guapa y sexy ningún productor ni director te va a tomar en serio y te encasillará en papeluchos lamentables cuya única misión sea calentar al personal. Creo sinceramente que muchas de estas caras bonitas tienen la suficiente valía como para tener una carrera decente y larga, y que sólo es cuestión de que se les de la oportunidad. Lo contrario, no es justo.

Malilla, la verdad. A ver la tercera...