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España España · Ames
Voto de Hamm:
1
Documental Igor NO quiere atracar una joyería. Igor NO está obsesionado con las manos. Igor NO es fan del director Nicolas Winding Refn. Igor NO viste jerséis navideños. Igor NO es Igor (y esto NO es un falso documental)
21 de noviembre de 2021
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental trata sobre los esfuerzos de un actor gallego por entrar en contacto con Nicolas Winding Refn, director de cine al que estudia e idolatra, y también sobre los esfuerzos del director del propio documental por convertir esto mismo en una película. No se consigue lo primero, y apenas se consigue tampoco lo segundo, salvo por el hecho de que la obra haya conseguido ser seleccionada para su exhibición en un festival de cierta categoría como el de Gijón.

Lo que se plantea inicialmente como la observación descarnada e impudorosa de las dudas y angustias de un personaje desorientado, pero que por momentos conquista por su candidez y alguna que otra demostración de comicidad, deviene después en un ejercicio metaficcional que sirve para destapar los engranajes que hacen que (no) funcione una producción de este tipo. Pero este movimiento parece más que otra cosa fruto de la impotencia por no poder hacer avanzar una idea que quizás ni siquiera fue nunca tan buena.

El documental nos habla, entre otras cosas, del riesgo de exponerse, y cabría valorar quién ha arriesgado más en esta fallida operación. El actor protagonista probablemente no cuente todavía con una trayectoria lo bastante importante como para que esto pueda hacerle daño, más allá del moral (ojalá se convierta en uno de esos curiosos proyectos fallidos que trufan los inicios de muchos grandes actores). Sí arriesga sin embargo su reputación el director, pues la expectativa por ver qué podría presentar Andrés Goteira tras su fascinante Dhogs fue lo que me arrastró a mí a la sala de cine, y es lo que llevará allí a otros, aunque con suerte los pocos que lo hagan saldrán confundidos por la maraña de indefinición de la que han sabido disfrazar la película (documental, falso documental, falso falso documental, ficción...).

El que seguro que saldrá perdiendo es el contribuyente de Galicia, pues solo las ayudas de esta comunidad autónoma ascienden, según el documento publicado, a 58.278,06 euros, un gasto que no está justificado en las pobres autograbaciones de video, las tomas casi de cámara oculta, y la filmación desenfocada de una rueda de prensa en (otro) festival de cine que componen el documental. Solo los pocos minutos de ficción, también de limitada calidad de producción, justificarían una pequeña parte de esa cantidad.

Los fracasos forman parte de la vida, pues son necesarios para el aprendizaje. Los cajones de los grandes literatos están seguramente repletos de obras fallidas nunca publicadas. ¿Pero es posible aceptar el propio fracaso en el cine, cuando este llega después de haber ingresado subvenciones de miles de euros?
Hamm
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