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Voto de cineclasico73:
8
Aventuras. Western Matt Calder (Robert Mitchum) llega a un campamento minero para hacerse cargo de su hijo de nueve años, Mark, y agradecer a Kay (Marilyn Monroe), la cantante del saloon, que le haya cuidado. Padre e hijo se dirigen a la granja que ha comprado junto a un caudaloso río pero su tranquilidad es interrumpida por la llegada de Kay, acompañada de Weston, un jugador profesional que huye con los caballos dejándoles indefensos ante el ataque de ... [+]
27 de marzo de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo, que dentro de un género, pueden haber muchos matices para encasillar una película, y más si es en uno que en que los parámetros son tan delimitados y característicos como el western. Por eso, a veces, resultan injustas las comparaciones que pueden menoscabar la calidad y temática de una cinta que nos quiere mostrar otro tipo de desarrollos con otras famosas que han sido puntales no sólo de western en sí, sino del cine en general. Pienso, que es lo que pasa con Río sin Retorno. No es un western típico, así tenga indudables cualidades que lo ubican ahí. Más bien es un drama enmarcado en una aventura por la travesía a un río indómito de un trío principal, sobre el cual recae todo el peso argumentativo del film dirigido por Otto Preminger que, no siendo su género predilecto, logra sin embargo darle su impronta en escenas puntuales como el forcejeo amoroso de Calder con Kay, el masaje térmico, las escenas de peleas y los números musicales, apoyado por una hermosísima fotografía en scope, y el carisma y la química de la pareja protagonista. Finalmente, Marilyn en varias oportunidades dejó en claro que nunca acabó de estar satisfecha con el resultado final por todo el entorno incómodo que el film tuvo a su alrededor. Sin embargo, fue de las pocas ocasiones en que lograría desprenderse del prototipo de personaje superfluo e ingenuo en que quedaría encasillada posteriormente, mostrando en todo su esplendor la calidad y versatilidad interpretativa que poseía. Obviamente, su magnífica presencia copa totalmente cada plano que hace de cada parlamento, cada canción, cada beso suyo una experiencia imborrable. Así era ella. No importa, que para hoy en día, ciertas escenas sobre la balsa resulten un tanto forzadas o ficticias en su puesta fílmica, la presencia de una Marilyn esplendorosa sirven como velo para pasar por alto esos detalles de innevitable observación. Ella, junto con Mitchum, logran darle ese toque de credibilidad, sensualidad, romance y drama a un guión sencillo pero bien hilvanado y construido. Para los amantes del cine clásico, es un buen motivo para contemplar el buen quehacer de un director de quilates, en un género que no era el suyo pero que termina dándole un adecuado performance a la historia con una pareja de leyenda. Para los seguidores de Marilyn, dentro de los que me incluyo, es una inevitable y agradable forma de contemplar a la diosa en otra de sus facetas artísticas, viéndola salir airosa con creces, junto a el inmenso y correcto Mitchum. Sin duda, razón más que suficiente para agradecer eternamente.
cineclasico73
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