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Voto de Jark Prongo:
7
4,2
205
Terror. Thriller. Intriga
Cuatro amigas viajan por una zona de la Plata bastante apartada y en el arcén de una solitaria carretera se encuentran con una joven agonizante a la que le han disparado. Mientras la llevan a la policía del pueblo cercano pueden ver a unos tipos armados que parecen ser algo más que furtivos. Mientras declaran ante el solitario agente, llega un vehículo que no hay duda que es el mismo que han visto y que resulta que el tipo que manda el ... [+]
10 de junio de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rape and revenge es un género que no engaña a nadie salvo al necio Test de Bechdel, pues en no pocas ocasiones lo supera sin problemas dándose la casualidad, encima, de que algunos de esos títulos que lo pasan son los más aberrantes, misóginos y difíciles de defender incluso desde un el arte por el arte. Un género que desde su popularización en los setenta -en su faceta más exploit- ha ido mutando en ocasiones atendiendo al contexto temporal (hoy día rape and revenge casi se ha convertido en rape or revenge, se ha pasado de un causa efecto de libro a una situación más propia a un dilema del prisionero de la teoría de juegos) y al geográfico (en Japón hay algunos pinku eigas que, debido a la inmemorial tradición machista y misógina aún imperante en el país, miedo da verlos no por lo que muestran, casi siempre excesivo, sino por lo que puedan decir de sus habitantes al ser lo que se ve norma y no excepción de psicología masculina sobre la mujer) llegando a veces a ser difícil de identificar cuando se sofistica usándose con fines diferentes, baste recordar si no lo que logró Gaspar Noe al invertir la estructura de los tres actos canónicos que suelen definir una película adscribible al género o Tarantino al reflexionarlo con la forma de uno de sus productos en la que quizá sea su mejor película de calle, Death Proof. O la perversión que hizo el propio Quentin en Pulp fiction a dos niveles, el de la violación y sustracción de lo tangible -con Bruce Willis estafando a Ving Rhames al amañar en su beneficio el combate de boxeo amañado de antemano- y el de la violación anal e intangible –del orgullo propio y la integridad- al propio Ving, acciones que se resuelven a tres bandas y quedando en paz Bruce Willis y Marcellus Wallace, se establece una equidad, se da una reciprocidad desde la justicia retributiva fuera de los tribunales que equipara actos, penas aplicadas sobre quienes cometen los mismos y bulas, aparece el perdón en una rape and revenge por vez primera.
Sobre la honestidad, sobre ese no engañar a nadie, hay que alabar que en ningún rape and revenge luego al verlo la cosa sea en realidad un rape and why not better talk about it and beg pardon instead of killing. Aquí se viola y pueden pasar solo dos cosas después, no hay más tu tía: o que la víctima se toma la justicia por su cuenta o que, caso de morir, dicha justicia la aplica algún familiar de la finada, amigo, compañero eventual de Blablacar o quien sea. No hay más. Nunca habrá juicio alguno, esto es lo mismo que un tú la llevas donde cuando te la lía el verdugo dejas de ser la víctima y pasas a ser su ejecutor. Sin paguitas vitalicias (hola, AVT) ni torticeros cambios del código penal (hola de nuevo, AVT) ni nada que se aleje de un concepto muy bello que maneja el derecho y que se llama Ley Del Talión. Un concepto que, siendo la base esencial para que el ciudadano no instruído en leyes -ni mucho menos en la diferencia entre su concepto personal de la justicia y el que reglamenta la convivencia de todos, guste o disguste- pueda entender la notable diferencia entre venganza y ecuanimidad a la hora de crear un marco jurídico, se toca sin excepción en el tercer acto de cada rape and revenge y convierte al género en valioso ejemplo didáctico, si bien de forma involuntaria casi siempre. De hecho sería enorme un debate a tres bandas entre Camille Paglia, Otto Weininger y Torres Dulce a colación de acabar de verse Trampa para un Violador de Ruggero Deodato o la extrema El Espejo Roto del siempre radical Lucio Fulci, que de tan burra, al igual que sucedía en El Descuartizador de Nueva York, transgrede las normas del género para dejarlo en un rape a secas o en un rape y mata a todas las que puedas. Qué hijo de puta el Fulci, qué hombre más loco haciendo cine.
Sobre la honestidad, sobre ese no engañar a nadie, hay que alabar que en ningún rape and revenge luego al verlo la cosa sea en realidad un rape and why not better talk about it and beg pardon instead of killing. Aquí se viola y pueden pasar solo dos cosas después, no hay más tu tía: o que la víctima se toma la justicia por su cuenta o que, caso de morir, dicha justicia la aplica algún familiar de la finada, amigo, compañero eventual de Blablacar o quien sea. No hay más. Nunca habrá juicio alguno, esto es lo mismo que un tú la llevas donde cuando te la lía el verdugo dejas de ser la víctima y pasas a ser su ejecutor. Sin paguitas vitalicias (hola, AVT) ni torticeros cambios del código penal (hola de nuevo, AVT) ni nada que se aleje de un concepto muy bello que maneja el derecho y que se llama Ley Del Talión. Un concepto que, siendo la base esencial para que el ciudadano no instruído en leyes -ni mucho menos en la diferencia entre su concepto personal de la justicia y el que reglamenta la convivencia de todos, guste o disguste- pueda entender la notable diferencia entre venganza y ecuanimidad a la hora de crear un marco jurídico, se toca sin excepción en el tercer acto de cada rape and revenge y convierte al género en valioso ejemplo didáctico, si bien de forma involuntaria casi siempre. De hecho sería enorme un debate a tres bandas entre Camille Paglia, Otto Weininger y Torres Dulce a colación de acabar de verse Trampa para un Violador de Ruggero Deodato o la extrema El Espejo Roto del siempre radical Lucio Fulci, que de tan burra, al igual que sucedía en El Descuartizador de Nueva York, transgrede las normas del género para dejarlo en un rape a secas o en un rape y mata a todas las que puedas. Qué hijo de puta el Fulci, qué hombre más loco haciendo cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Aquí se ha elegido No Moriré Sola en vez de Flower Of Flesh And Blood de la saga Guinea Pig porque en esta última el muñón de muchacha que queda tras la tortura del samurái wannabe poca venganza puede llevar a cabo salvo que le diga al hombre que eso que ha pringado de sangre que lo friegue él, que ella desde luego no lo va a hacer. Se incluye la película de Adrián García Bogliano y no Chaos de David DeFalco porque si bien es cierto que ese remake de La Última Casa A La Izquierda tótem seminal del género se trae una serie de giros finales que la desmarcan del plagio de la original de Wes Craven mucho mejor aún el modo de filmar de Bogliano, con esa diégesis musical tan curiosa que se trae y cierto naturalismo en la ambientación que asemejan al film al rape and revenge nunca realizado por Apichatpong Weerasethakul. Hablamos del film argentino y no del sueco originario de toda la mandanga violación y venganza, aquel soberbio El Manantial de la Doncella del muy misógino Ingmar Bergman, porque ya era hora que se dejasen de hacer plagios desaboridos de Woody Allen y hablar todos los putos boludos de ellos como si fuesen buenos cuando huelen más a viejo que la concha de su madre. Comentamos cosis de aquella manera y muy por encima sobre esta peli de un grupo de guarronas a las que les dan lo suyo antes de que ellas justo lo mismo a partir de cierto punto de inflexión –esto sí es un Palíndromo de verdad, Todd Solondz, gafas, matao- porque está bastante maja y hace junto con Deliverance y cualquiera de las anteriormente citadas un programa múltiple ideal para convertir una velada con la familia o la pareja en una Tarde de Perros de Paja que te cagas.