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Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2010
159 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexandre Aja no ha inventado nada ni lo inventara jamás, pero hay que reconocerle un buen hacer ejemplar y un pulso fílmico envidiable. Si ya nos dejó sentados con Haute Tension y aplaudiendo con los huevos tras su remake de Las Colinas Tienen Ojos, infinitamente mejor que la original de Craven, aquí nos da la perfecta película veraniega para el pajero cinéfago. Dejando de lado el grandísimo guión original de ese señor nunca bien ponderado que atiende al nombre de John Sayles, Aja nos lleva a las vacaciones de primavera del arquetípico pueblo yanqui con lago, sólo que al jolgorio se suman unos peces más feos que un centollo con pegatinas y con más hambre que la que podamos tener cualquiera de nosotros tras ir de farra tres días seguidos. Y se lía gordísima, claro, porque los pescaos son unos guardianes de la moral y no soportan que la gente esté por sus aguas en culos y trasegando como si las resacas no existieran.
La cosa no entra a piñón, como es normal en Aja, que sabe manejar los crescendos como pocos, y entre homenajes (Richard Dreyfuss cantando la canción etílica de Tiburón, camisetas y diálogos sobre los Pixies, etc. etc.), pezones como lonchas de mortadela y amagos de esos en plan “¡uy, que susto!” pero luego nada, se llega a un clímax ENORME que puede ser perfectamente una de las cosas mas bárbaras pasadas en salas comerciales desde los loquísimos setenta (Italia no cuenta, que ahí están enfermísimos): el fiestón en medio del lago se convierte gracias a la presencia de las pirañas y el buen hacer habitual de Greg Nicotero y Howard Berger en un festival de cosa loca de la buena. Es impresionante, de verdad. Da gusto ver tantas barrabasadas filmadas así. Porque aquí toda la carne, que era mucha y en forma casi siempre de teturcia, termina mutilada, de una forma u otra, incluyendo cameos splatter de Eli Roth y actrices porno. Y para colmo, con eso del montaje paralelo, Aja nos deja un yate con fiestón de los buenos (tetas, guiskas y alpiste de ministro) que deriva en el clásico “barco atrapado y sus ocupantes jodidos”, que no deja de ser una excusa para darle una muerte horrible y harto desagradable al tontaina de Jerry O´Conell. Que era verle poco antes de blanco y en pantalón corto con el turulo en la nariz y ya sabíamos como iba a terminar, pero Aja va más allá y nos sirve una escena que bien podría pasar por un anuncio radical de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.
La cosa no entra a piñón, como es normal en Aja, que sabe manejar los crescendos como pocos, y entre homenajes (Richard Dreyfuss cantando la canción etílica de Tiburón, camisetas y diálogos sobre los Pixies, etc. etc.), pezones como lonchas de mortadela y amagos de esos en plan “¡uy, que susto!” pero luego nada, se llega a un clímax ENORME que puede ser perfectamente una de las cosas mas bárbaras pasadas en salas comerciales desde los loquísimos setenta (Italia no cuenta, que ahí están enfermísimos): el fiestón en medio del lago se convierte gracias a la presencia de las pirañas y el buen hacer habitual de Greg Nicotero y Howard Berger en un festival de cosa loca de la buena. Es impresionante, de verdad. Da gusto ver tantas barrabasadas filmadas así. Porque aquí toda la carne, que era mucha y en forma casi siempre de teturcia, termina mutilada, de una forma u otra, incluyendo cameos splatter de Eli Roth y actrices porno. Y para colmo, con eso del montaje paralelo, Aja nos deja un yate con fiestón de los buenos (tetas, guiskas y alpiste de ministro) que deriva en el clásico “barco atrapado y sus ocupantes jodidos”, que no deja de ser una excusa para darle una muerte horrible y harto desagradable al tontaina de Jerry O´Conell. Que era verle poco antes de blanco y en pantalón corto con el turulo en la nariz y ya sabíamos como iba a terminar, pero Aja va más allá y nos sirve una escena que bien podría pasar por un anuncio radical de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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13 de mayo de 2010
193 de 258 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Human Centipede es la película más importante de terror de los últimos 20 años. Perdonad que inicie la reseña columpiándome en el jardín de las hipérboles, pero desde el visionado de Pesadilla en Elm Street con 7 años NINGUNA película me había impresionado tanto, y que conste que la equiparación con la obra maestra de Craven es por varias características compartidas: satisfacción y superación de las expectativas creadas, renovación de un género anquilosado, pretensiones más allá del terror no chirriantes o fuera de lugar, definición de bases para un género y/o franquicia, creación de un icono del mal que deviene en arquetipo y (presumible en este caso) magnifica resistencia al desfase como consecuencia del paso de los años. Cabe predecir que Human Centipede se convertirá en una película de culto en poco tiempo, más ahora que ha sido lanzada en DVD, siempre y cuando las futuras secuelas no conviertan la saga en una parodia de sí misma o en meras explotaciones sacacuartos. Y es justo, joder, porque ni el altamente estimable nuevo cine de terror francés ha hilado tan fino a la hora de concretar el yuyu en 90 minutos. ¿Martyrs? Vamos, no me seáis flojeras.
Human Centipede comienza como una suerte de Eurotrip durante el primer quinto de película para derivar en un híbrido de peli de Mad Doctor con Body Count/Hide & Seek que acaba por convertir la mitad inicial en lo que sería la versión a cámara digital de Haneke rodando terror físico. Nada especial más allá del estilo aséptico de lo filmado y distante de la cámara, como ajena a lo que ve. Pero en esto que Dieter Laser (magníficamente acongojante durante toda la peli) llega, se mete un copazo de un trago mientras hace cucamonas de mimo fan de Mengele, pone unas transparencias con dibujos a los insensatos que tiene secuestrados y se lía gordísima, pese a que nosotros sabemos que lo que tramaba no eran unas simples macarradas sin importancia: sus secuestrados ven el horror, cual Kurtz, y el futil conato de fuga (muy Funny Games, con largos planos pétreos) de una de las felatrices desemboca en una identificación de Dieter con Dios (como Freddy en Pesadilla en Elm Street), pues delimita la ley (el escapar a su mesiánico plan) e impone el castigo (ser la pieza central del cienpiés humano). Y de aquí en adelante el acabose, pero evitando la perogrullada o lo obvio. Así, por ejemplo, se evita el gore y la profusión de casquería en una película que, en manos de cualquier otro, habría optado por esa senda, y se intercalan sketches humorísticos que no son resultado de la intención de Tom Six de relajar un poco la cosa, sino que son producto del carácter extremadamente peculiar del Mad Doctor y, por lo tanto, malsanos y creíbles.
Human Centipede comienza como una suerte de Eurotrip durante el primer quinto de película para derivar en un híbrido de peli de Mad Doctor con Body Count/Hide & Seek que acaba por convertir la mitad inicial en lo que sería la versión a cámara digital de Haneke rodando terror físico. Nada especial más allá del estilo aséptico de lo filmado y distante de la cámara, como ajena a lo que ve. Pero en esto que Dieter Laser (magníficamente acongojante durante toda la peli) llega, se mete un copazo de un trago mientras hace cucamonas de mimo fan de Mengele, pone unas transparencias con dibujos a los insensatos que tiene secuestrados y se lía gordísima, pese a que nosotros sabemos que lo que tramaba no eran unas simples macarradas sin importancia: sus secuestrados ven el horror, cual Kurtz, y el futil conato de fuga (muy Funny Games, con largos planos pétreos) de una de las felatrices desemboca en una identificación de Dieter con Dios (como Freddy en Pesadilla en Elm Street), pues delimita la ley (el escapar a su mesiánico plan) e impone el castigo (ser la pieza central del cienpiés humano). Y de aquí en adelante el acabose, pero evitando la perogrullada o lo obvio. Así, por ejemplo, se evita el gore y la profusión de casquería en una película que, en manos de cualquier otro, habría optado por esa senda, y se intercalan sketches humorísticos que no son resultado de la intención de Tom Six de relajar un poco la cosa, sino que son producto del carácter extremadamente peculiar del Mad Doctor y, por lo tanto, malsanos y creíbles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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21 de septiembre de 2009
159 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película vista un poco exclusivamente por Zooey Deschanel. Porque tras el trailer, viéndola a ELLA susurrar el ¨there is a light¨ de Los Smiths, era imposible resistirse a conocer a tu prototipo ideal de chica. ¿Y qué pasa? Pues que luego va a más, porque su modo de ser es lo que haría que cualquiera de nosotros fuésemos Joseph Gordon Levitt: no se decide, nos pone freno de antemano, nos para los pies, nos dice (apreciable en calidad de espectador pero no como implicado directo) que ¨eh, aprovecha cuanto puedas porque esto ni va a durar ni va a ser placentero¨ pero luego lo acompaña de 3 mohines y unas muestras de afecto espontáneas, irresistibles e inesperadas y, claro, pues de cabeza a ahogar las penas en alcohol, odio, misogínia y apatía.
La peli, con un montaje no lineal, tampoco es nada nuevo. Cúmulo de referencias agradables (Sid & Nancy, Henry Miller, pintores varios, videojuegos del pleistoceno, Pixies, Smiths, Morrissey, , Belle & Sebastian, Star Wars, El Graduado y una parodia bastante curiosa del expresionismo y la nouvelle vague en general y Bergman en particular), diálogos creíbles y un conato de excentricidad algo chirriante en la escena en la que Joseph percibe otra realidad a causa de la aceptación por parte de Zooey y el posterior ayunte carnal, realidad coreografiada en una secuencia que no aporta gran cosa salvo la vergüenza ajena que producen los grupos de gente bailando con sonrisa grapada. O igual era a nivel metafórico, por lo de describir el necio estado de enamoramiento y como es apreciado de manera objetiva por los que no son partícipes de él... lo que sea.
La peli, con un montaje no lineal, tampoco es nada nuevo. Cúmulo de referencias agradables (Sid & Nancy, Henry Miller, pintores varios, videojuegos del pleistoceno, Pixies, Smiths, Morrissey, , Belle & Sebastian, Star Wars, El Graduado y una parodia bastante curiosa del expresionismo y la nouvelle vague en general y Bergman en particular), diálogos creíbles y un conato de excentricidad algo chirriante en la escena en la que Joseph percibe otra realidad a causa de la aceptación por parte de Zooey y el posterior ayunte carnal, realidad coreografiada en una secuencia que no aporta gran cosa salvo la vergüenza ajena que producen los grupos de gente bailando con sonrisa grapada. O igual era a nivel metafórico, por lo de describir el necio estado de enamoramiento y como es apreciado de manera objetiva por los que no son partícipes de él... lo que sea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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27 de septiembre de 2016
86 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
”La cogí del cuello, la tiré al colchón
me lancé hacia ella, le di un palizón”
No Te Modernices, Niña. El Payo Juan Manuel
Diez años después de tocar en El Libro Negro dos posibilidades que arrastraban en todo debate un anatema quizá sólo equiparable a todo lo que concierne al terrorismo y la pedofilia, tras aquello que hizo de mostrar la plausibilidad de existencia de nazis buenos y judíos malos durante la II Guerra Mundial, vuelve Paul Verhoeven. Y lo hace más cafre, más desatado y más de vuelta de todo que nunca. Quizá cosas de saberse más con un pie –por edad- en el camposanto que sujeto a abucheos de mentes estrechas. El caso es que el genio inspirador de Chris Morris alcanza en Elle unas cotas de ambigüedad y relativismo moral que parecían difíciles de lograrse tras esa marca autofijada en la ya citada El Libro Negro. Elle es una comedia negrísima ante todo, y de altísimo nivel en lo que respecta a hacer reír; lo de la cena de navidad es antológico. De este palo a uno se le viene a la cabeza Very Bad Things, las obras del gran Paul Bartel y 4 Lions, si bien todas –salvo la última- palidecen comparadas con Elle. Y esto es porque Verhoeven es, de nuevo, una especie de máquina de esas que usan los bateadores para entrenar a solas, de las que les bombardean a pelotazos. Solo que él lo que lanza son dilemas, perspectivas y tabúes para que te replantees no pocas cosas.
Isabelle Huppert es una alta ejecutiva que se comporta con altivez en todas las facetas vitales que rigen a la clase media: familia y trabajo son campos de juego donde delimita las reglas e incluso impone a los demás. En lo tocante al libreuso de su sexualidad igual sucede. El ámbito familiar es ella siendo dueña de la vida de los demás y en el laboral otro tanto de lo mismo. Lo único que le tose es su nuera –igual de echada para adelante que ella con el añadido de la juventud y la carencia de su status economicosocial- y un notas de la empresa en la que trabaja. En ningún caso problema alguno ni la una ni el otro, excepciones a ese dominar todo ámbito de juego que pisa. Cuando Elle no lleva ni un minuto un enmascarado con pasamontañas Quechua irrumpe en el sacrosanto hogar de la Huppert –ese perímetro de status y seguridad que es la casa en toda burguesía- y le da una golpiza mientras la viola. El gato de Isabelle mira, y al espectador se le ofrece la imagen desde la mirada del felino. Mirada que comprende un encuadre dentro de otro: esa puerta que sólo deja ver parcialmente a Isabelle primero sola y luego con el violador ya nos dice que no sabemos todo, que tenemos muchos detalles que aún no se pueden conocer.
Isabelle no denuncia. Asume esa decisión porque su padre hizo en su día algo a ojos de la ley bastante peor que lo que supone la agresión que ha vivido. Se da a entender que es para que los medios no irrumpan de nuevo en su vida, pero tampoco se puede determinar sin fallo que sea por esa razón: Isabelle no está acostumbrada a ser la víctima, y una denuncia le hace asumir al instante ese rol. De hecho lo comenta con sus allegados del trabajo, todos altos cargos, todos de su status; un ámbito en esas posiciones donde cualquier indicio de debilidad es aprovechado en beneficio de quien mueva ficha, algo que tan bien narraría el Demonlover de Assayas, película con la que tiene ciertos paralelismos en lo laboral Elle, y no sólo por las animaciones 3D a lo Urotsukidoji. El caso, decía, es que lo comenta, así como su intención de no denunciar; algo que viene a ser enunciar a sus competidores que ni eso la va a doblegar, que le ha sucedido algo horrible que en vez de debilitarla le hará más fuerte. Y así es: asume el rol de cazadora. Se arma. Hace rondas nocturnas por su casa para rociar gas antiviolación ante cualquier sospechoso. Incurre en no pocos delitos en su empresa para vigilar y monitorizar todo lo que hacen sus subalternos a resultas de un mail choteándose de ella.
me lancé hacia ella, le di un palizón”
No Te Modernices, Niña. El Payo Juan Manuel
Diez años después de tocar en El Libro Negro dos posibilidades que arrastraban en todo debate un anatema quizá sólo equiparable a todo lo que concierne al terrorismo y la pedofilia, tras aquello que hizo de mostrar la plausibilidad de existencia de nazis buenos y judíos malos durante la II Guerra Mundial, vuelve Paul Verhoeven. Y lo hace más cafre, más desatado y más de vuelta de todo que nunca. Quizá cosas de saberse más con un pie –por edad- en el camposanto que sujeto a abucheos de mentes estrechas. El caso es que el genio inspirador de Chris Morris alcanza en Elle unas cotas de ambigüedad y relativismo moral que parecían difíciles de lograrse tras esa marca autofijada en la ya citada El Libro Negro. Elle es una comedia negrísima ante todo, y de altísimo nivel en lo que respecta a hacer reír; lo de la cena de navidad es antológico. De este palo a uno se le viene a la cabeza Very Bad Things, las obras del gran Paul Bartel y 4 Lions, si bien todas –salvo la última- palidecen comparadas con Elle. Y esto es porque Verhoeven es, de nuevo, una especie de máquina de esas que usan los bateadores para entrenar a solas, de las que les bombardean a pelotazos. Solo que él lo que lanza son dilemas, perspectivas y tabúes para que te replantees no pocas cosas.
Isabelle Huppert es una alta ejecutiva que se comporta con altivez en todas las facetas vitales que rigen a la clase media: familia y trabajo son campos de juego donde delimita las reglas e incluso impone a los demás. En lo tocante al libreuso de su sexualidad igual sucede. El ámbito familiar es ella siendo dueña de la vida de los demás y en el laboral otro tanto de lo mismo. Lo único que le tose es su nuera –igual de echada para adelante que ella con el añadido de la juventud y la carencia de su status economicosocial- y un notas de la empresa en la que trabaja. En ningún caso problema alguno ni la una ni el otro, excepciones a ese dominar todo ámbito de juego que pisa. Cuando Elle no lleva ni un minuto un enmascarado con pasamontañas Quechua irrumpe en el sacrosanto hogar de la Huppert –ese perímetro de status y seguridad que es la casa en toda burguesía- y le da una golpiza mientras la viola. El gato de Isabelle mira, y al espectador se le ofrece la imagen desde la mirada del felino. Mirada que comprende un encuadre dentro de otro: esa puerta que sólo deja ver parcialmente a Isabelle primero sola y luego con el violador ya nos dice que no sabemos todo, que tenemos muchos detalles que aún no se pueden conocer.
Isabelle no denuncia. Asume esa decisión porque su padre hizo en su día algo a ojos de la ley bastante peor que lo que supone la agresión que ha vivido. Se da a entender que es para que los medios no irrumpan de nuevo en su vida, pero tampoco se puede determinar sin fallo que sea por esa razón: Isabelle no está acostumbrada a ser la víctima, y una denuncia le hace asumir al instante ese rol. De hecho lo comenta con sus allegados del trabajo, todos altos cargos, todos de su status; un ámbito en esas posiciones donde cualquier indicio de debilidad es aprovechado en beneficio de quien mueva ficha, algo que tan bien narraría el Demonlover de Assayas, película con la que tiene ciertos paralelismos en lo laboral Elle, y no sólo por las animaciones 3D a lo Urotsukidoji. El caso, decía, es que lo comenta, así como su intención de no denunciar; algo que viene a ser enunciar a sus competidores que ni eso la va a doblegar, que le ha sucedido algo horrible que en vez de debilitarla le hará más fuerte. Y así es: asume el rol de cazadora. Se arma. Hace rondas nocturnas por su casa para rociar gas antiviolación ante cualquier sospechoso. Incurre en no pocos delitos en su empresa para vigilar y monitorizar todo lo que hacen sus subalternos a resultas de un mail choteándose de ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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14 de septiembre de 2009
64 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imaginad por un momento que no estamos en España, sino en el Reino Unido, con todo lo que ello supone. Bien, esto equivaldría a que a la hora de hacer una TV Movie o una película con distribución no equivalente a circuito stándard (cine, DVD alquiler/cable/digitales, DVD/otro formato venta, televisión privada y/o pública), más allá de las enormes diferencias culturales y lo que conllevan, no estaríamos hablando del enésimo cagarro coproducido entre Globomedia y la televisión pública o el Grupo Intereconomía y cualquier otro conglomerado de empresarios revisionistas (Antena 3, sin ir mas lejos), sino de un producto con ENTIDAD PROPIA (nada de explotaciones, adaptaciones de formatos foráneos o realidades ficcionadas) hecho mano a mano entre la BBC y la división fílmica de la HBO. Decía equivaldría, pero es un equivale en toda regla, pues aquí tenemos un producto que es una realidad, y de alta calidad pese a su económico coste.
Con cuatro personajes (entre ellos el actor que hace de Roy en la serie The IT Crowd y la cada vez más mítica Anna Faris, que este mismo año se salió haciendo de basuraca blanca en Observe & Report, película valiente como pocas), un único escenario donde transcurre toda la acción (salvo 4 localizaciones esporádicas), un presupuesto que presupongo nimio y el talento para el menos es mas de un director curtido en varias series británicas aún en antena (entre ellas la muy estimable Little Britain), FAQ About Time Travels demuestra como se puede hacer una película dinámica, que mezcla géneros, con ritmo endiablado y un no parar de referencias a la cultura pop en general (Narnia, los Smiths y Morrissey, Star Trekk, Paris Hilton, los colectivos geek y nerdo) y a todo lo que suscitan los viajes en el tiempo en particular (paradojas espacio temporales, el famoso ¨yo mi abuelo soy¨, no alterar el continuum, saltos cuánticos, discrepancias entre autores de la rama dura y blanda de la sci-fi, teorías del caos, agujeros de gusano y universos paralelos), adecuándolo al environment británico e integrando las canciones que suenan en la ficción de un modo brillante en la misma.
Con cuatro personajes (entre ellos el actor que hace de Roy en la serie The IT Crowd y la cada vez más mítica Anna Faris, que este mismo año se salió haciendo de basuraca blanca en Observe & Report, película valiente como pocas), un único escenario donde transcurre toda la acción (salvo 4 localizaciones esporádicas), un presupuesto que presupongo nimio y el talento para el menos es mas de un director curtido en varias series británicas aún en antena (entre ellas la muy estimable Little Britain), FAQ About Time Travels demuestra como se puede hacer una película dinámica, que mezcla géneros, con ritmo endiablado y un no parar de referencias a la cultura pop en general (Narnia, los Smiths y Morrissey, Star Trekk, Paris Hilton, los colectivos geek y nerdo) y a todo lo que suscitan los viajes en el tiempo en particular (paradojas espacio temporales, el famoso ¨yo mi abuelo soy¨, no alterar el continuum, saltos cuánticos, discrepancias entre autores de la rama dura y blanda de la sci-fi, teorías del caos, agujeros de gusano y universos paralelos), adecuándolo al environment británico e integrando las canciones que suenan en la ficción de un modo brillante en la misma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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