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Voto de Jark Prongo:
8
Terror. Drama Las relaciones de un matrimonio formado por Carlos, un hombre de negocios importante, triunfador, pero también voyeur y masoquista, y Andrea, hija de aristócratas en decadencia que trata a su marido con el distanciamiento de clase superior, como miran los nuevos ricos. Los dos deciden salir con el yate. La llegada de dos desconocidos, invitados por Andrea, muy pronto se convertirá en algo explosivo. (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La única película dirigida por el fotógrafo y publicista Leopoldo Pomés es toda una rareza del parque fílmico español que, si bien se puede enmarcar en las peculiares sexplotations que abundaron durante la transición, aquel Cine S de inconfundible aire mediterráneo e inevitable tono chocarrero, termina por ser una obra mucho más audaz no exenta de cierto componente experimental, en cierto modo casi a la Radley Metzger. Narra la salida en yate de una pareja adinerada en la que él ejerce de sumiso y ella de dominadora, roles en los que parecen desenvolverse de forma cómoda sin querer intercambiarlos o transgredirlos para nada. Dichos roles vienen determinados no por elección de cada uno de ellos sino por la cantidad de dinero que presenten sus cuentas corrientes, de tal forma que a mayor cantidad de ceros a la derecha se es quien domina y viceversa. Será ya en la barcaza cuando ella invite a subir a otra pareja que se les acerca en una pedalera, pasando los invitados de ser una molestia sin más a convertirse en una amenaza seria para su integridad: amordazan y maniatan al hombre e inician un juego – para ellos- de vejaciones y humillaciones para con la mujer que les delata como grandes admiradores del Saló de Pasolini y Don Melitón Manzanas.
Todo aquí es raro. Desde el fetichismo del hombre con su propia mujer, a la que cosifica de contínuo haciéndole innumerables fotos, a la manera tonta en la que irrumpen los agresores en eso microclima de la alta burguesía que es su barca; ni siquiera entran de forma violenta, pues son invitados por la acaudalada pareja, acceden a lo vampiro. Y encima uno de los elementos externos, en principio mujer, se descubre con más polla que cualquier otro humano de a bordo. Unos violentos casi seguro homosexuales a los que la mujer vejada solo puede acertar a gritarles ”maricones” cada vez que la impotencia la supera, siendo más vulgar y soez que ellos, en primera instancia los de clase baja pero luego –al menos en el caso de los travestidos- mucho más sofisticados que ella, tanto en nociones de clase y bon vivantismo como de protocolo y sometimiento de terceros: lo que la mujer aplica en su día a día sobre su pareja ya decíamos que se infiere que es fruto de tener una posición social más elevada que la de él, mientras que lo de los agresores es un mero juego exento de todo clasismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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