Sí, es tonta. Sí, es un musical. Sí, es absurda. Sí, tiene esperpénticas sobreactuaciones. Pero, por algún motivo, la combinación de todos los factores malignos que conforman la cinta, resulta ser un producto de agradable visión para desconectar el cerebro sobremanera, y disfrutar con uno de los espectáculos más tremendamente alocados jamás creados.

Takashi Miike se aleja del gore, pero no de la violencia. Y combina la alegría que emana de los números musicales con la muerte para crear un producto que más que un cuadro, deja a cuadros, combinando imagen real con algunas secuencias realizadas en plastilina, con muñecos totalmente esperpénticos, al igual que las situaciones que protagonizan (y que, en el caso de la primera, no viene a cuento de nada). Unos personajes totalmente de manicomio, un guión que habla sobre la felicidad, la muerte y la relación entre ambas, una dirección competente del señor Miike y, sobretodo, unos números musicales de auténtico derrame neuronal que interrumpen cualquier atisbo de seriedad y que provocan un estupor que consigue evitar que despegues tus ojos de la pantalla, a pesar de sus bajones de ritmo tan típicos de Takashi, son unos de los ingredientes que conforman una obra que depende del día que la veas y tu estado de ánimo, te dejará una u otra opinión, pero desde luego no te dejará indiferente, de verdad. Entre otras cosas porque al menos entretiene y tiene momentos para el recuerdo.

No es Miike uno de mis cineastas preferidos a pesar de que la mayoría de sus obras siempre tienen detalles encantadores (y destaco el subnormaloide final de "D.O.A.", o las tortuas de "Audition" e "Imprint"), debido a que combina la seriedad, el humor negro y sobretodo, lo dota de una pretenciosidad inexistente. Aquí se ha dejado esa pretenciosidad. Te mete una moraleja, sí, pero no intenta hacer algo tremendamente simbólico como ocurre en otros filmes suyos basurísticos como pueden ser "Visitor Q", "Izo" o "Gozu". Y quizá por dejarse toda las ínfulas de artista y hacer algo que no es más que una chorradilla macabra, pero con mucho humor y algo de ternura, es, por ahora, de lo mejor que he visto de este hombre.