No tengo por costumbre enamorarme a tal escala de un corto de animación como para llegar a asegurarme de tenerlo localizado siempre para repetir, por capricho, su reproducción.
Pero, en éste caso, ha sido un flechazo sagaz.

Hay una belleza que salta fuera de la lírica visual para aterrizar directamente en el corazón como una de las reproducciones más brillantemente entrañables que haya tenido el placer de contemplar.
Evoca tal candor que alinea tu mente y corazón para ser sistemáticamente empático a la naturaleza, el cariz, la propia existencia simple y hermosa de pisar sobre las arenas de la vida con patas aviares.
Cuando algo es hermoso en todos los sentidos, inicias su reproducción con un 'oh' y terminas con una sonrisa y un rotundo: Me encanta.
Así fue.
Y seguirá siéndolo mucho después.

Magistral.
Auténtico.
Se ha utilizado el giro emocional con un arte tan absoluto y rotundo como la habilidad empleada para la digitalización y colorido.