"Der Todesking" podría definirse en su conclusión como brutal. Sin embargo, al hacerlo se estaría faltando, en parte, a la realidad. No porque no sea un film que no cause impresión o resulte contundente, sino más bien porque tras toda esa temática donde lo más fácil parecería el uso de unas formas gratuitas y, evidentemente, más cercanas al artificio sanguionliento o la brutalidad, se esconde la perspicacia y tenacidad del enfoque al que somete Jörg Buttgereit su obra.

Con una lente tan límpida como impecable, el alemán traza una parábola sobre los dispares sentimientos, la inestabilidad y todas esas impúdicas emociones que pueden llevar a tomar una decisión tan radical, extrema y confusa como la del suicidio.
En uno de los testimonios que usa Buttgereit durante el transcurso de su obra, las impactantes declaraciones de una muchacha que tiene totalmente asimilado cual debe ser el camino de un suicida, su propio camino, aturden al espectador dando paso a un nuevo abanico de conjeturas que sólo parecían sustentarse sobre un diálogo imbuido por las impresiones de una persona descompuesta ante una decisión límite, cuando en realidad, ese abanico ya había sido expuesto sin necesidad de mediar una sóla palabra, sencillamente con el inquietante y perturbador silencio de unas mentes atrapadas y despedazadas por una existencia que les ha sobrepasado, que se ha superpuesto a todas las expectativas formadas durante años o que, simple y llanamente, les ha terminado desgarrando en lo más hondo de su ser, para darlo todo por concluido.

Pero ahí no es donde verdaderamente termina el trabajo de Buttgereit, ni donde cobra su importancia máxima. No es ni en la impresión que te producen unos testimonios tan desarraigados de un punto inicial al que el espectador se sustente para poder comprender los porques, ni tampoco la violencia que, en ocasiones, se muestra fuera de plano para otorgar una concepción distinta a esas muertes. Ni siquiera son las conclusiones que se extraen de una propuesta tan sutil (en contraposición con el tema que trata) y cuidada como ésta, es más bien la importancia, la imprevisible agudeza de un montaje y una narración que no están sustentados a un sólo cabo, y que se mueven impúdicamente entre los distintos relatos, cada una a su ritmo y con sus resultados, otorgando una propuesta cada vez más hipnótica, que captura al espectador dentro de esa espiral de desazón y le sumerge, cada vez más, en un universo donde lo más visceral y turbador de unas psiques al límite de sus posibilidades, parecen no tener fin en un mundo catastrófico, en el que realmente no sabes si lo único que querían era proclamar lo que un día no creyeron tener, o deshacerse, en un instante de desespero y frustración, de todos esos temores que les acechaban y sólo podían ser vencidos de un golpe conducido por la tristeza y el mundanal avance de una existencia que un día dejó de tener significado para ellos mismos.