Cuando vi el trailer en el cine, no pude evitar interesarme por una propuesta tan curiosa como "Cashback" y, tras sumergirme en ella rápidamente, identifiqué con soltura dos recursos en ella que la hacen medrar o decrecer según la cinta sea conducida hacía un lado u otro.

De entre ambos, probablemente el que no es tan bien manejado sea el flashback, o quizá resulte que, dicho con sencillez, Sean Ellis no sepa si debe abordar su trabajo desde su faceta más dramática que tan bien desarrolla durante unos primeros minutos secos y sorpresivos a través de su vertiente más humana, o hacerlo empleando ese tono de comedia, que nunca termina desbordando a un espectador que quizá busque algo más sutil, porque no es gamberra de más, ni tampoco cae en la escatología pueril, sino que posee una serie de personajes a los que empezamos conociendo muy bien, y a partir de ellos desarrolla una serie de gags o momentos bastante logrados y divertidos.

Pero como decía, que ya me estoy yendo del tema, puede que la peor arma empleada en "Cashback" sea el flashback, debido a que, tras lograr Ellis momentos tan cálidos alrededor de su protagonista durante los compases iniciales, lo desmorona a base de recuerdos que, si bien nos trasladan a la infancia del personaje principal, nunca terminan de estar bien situados y descolocan vagamente.

Luego está la voz en off, que ya posee un mejor uso y debido a que este es reiterativo, no resulta para nada gratuito y que, aunque de modo complaciente, nos introduce en las sensaciones o pensamientos de Ben Willis, ese muchacho tan bien interpretado por un desconocido (para mi) Sean Biggerstaff, que nos deja en la línea de la comprensión y el alejamiento, según relate un acontecimiento u otro.
Sorprende, eso sí, que de material de cortometraje, se haya obtenido un resultado tan satisfactorio, como simpático y (en ocasiones) lúcido. A ver que más nos depara Ellis, será cuestión de esperar.