Tras su primera aventura cinematográfica, Larry Clark optó por rodar un film repleto de reminiscencias hacía su primera obra, temas como los tratados allí, pero con un cariz totalmente distinto al de Kids.
No solo el hecho de destacar a simple vista que rodaba con mayor presupuesto dió una forma distinta al proyecto, sino también el de contar aquí con estrellas de mucho mayor calado entre el público mayoritario tales como James Woods y Melanie Griffith.
Si nos adentramos en materia, lo cierto es que Clark no desprecia su anterior estilo, pero tampoco termina de conformar uno perfilado con exactitud, dejando que secuencias más acerrimas al arte que había demostrado en su primera cinta se combinasen con otros momentos de mayor artificio.

La historia en sí, cuenta como un ladrón de poca monta, que malvive con su novia y se aprovecha de pequeños robos para subsistir, ve ante sí la oportunidad de su vida para salir de la miseria que le rodea, colaborando con un traficante que le mostrará los gajes del oficio y le hará ver ciertas cosas de distinto modo.
En los papeles principales, nos topamos con un entonado James Woods que, aunque en determinados momentos se de a la sobreactuación, cumple con creces y sobradamente. A él le acompañan Vincent Kartheiser, que lleva su personaje con mucho carácter, Natasha Gregson Wagner, que hace lo suficiente por cumplir y, quizá, la peor lacra a nivel interpretativo, de una Melanie Griffith que no termina de atinar con una personalidad ciertamente desaprovechada.

Con todos esos elementos, Clark elabora un retrato sobre vidas descarriadas que se extravian sin rumbo alguno, en especial las de los dos jóvenes, cuya evolución nos muestra a una pareja que afronta con valor el porvenir, pero también con suma cautela.
Destacan determinadas secuencias donde la veracidad sobresale por encima de otros parámetros, aunque puedan pecar, en parte, de contener cierto efectismo, que tampoco les viene nada mal, todo sea dicho.
Quizá el mayor problema del realizador es que nunca halla el modo de completar sus trabajos con un ligero añadido que les podría otorgar mucho más valor aunque, hay que reconocer que el final de esta obra es sumamente inmejorable y bello. Puede que algunos defectos se le puedan achacar, como la irregularidad en algunos momentos o el desarrollo de ciertas situaciones, pero si hay algo que no se puede decir, es que el intento sea vano.
Bien por Clark, pues sabe demostrar que en una obra de estas características puede mantener pedazos de su carácter impresos en el film. Muy sugestiva.