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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
3
Fantástico. Aventuras. Acción Precuela de la trilogía "El Señor de los Anillos", obra de J.R.R. Tolkien. En compañía del mago Gandalf y de trece enanos, el hobbit Bilbo Bolsón emprende un viaje a través del país de los elfos y los bosques de los trolls, desde las mazmorras de los orcos hasta la Montaña Solitaria, donde el dragón Smaug esconde el tesoro de los Enanos. Finalmente, en las profundidades de la Tierra, encuentra el Anillo Único, hipnótico objeto que será ... [+]
12 de diciembre de 2013
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Advertencia: Esta es la opinión de un profano en la materia, por lo que si cree que su aprecio por la heterosexualidad de los Hobbits puede verse puesta en entredicho, no siga leyendo.

No ha tardado ni una década y Peter Jackson vuelve a la saga que (desgraciadamente) le lanzó a la fama y nos robó a aquel director con “Bad Taste” que tanto nos gustaba a los aficionados del cine de género. Desgraciadamente, el hecho de compactar El Hobbit en una trilogía parece atender solo a fines mercantilistas y puramente comerciales (incluso muchos de los fans del libro se echan las manos a la cabeza al conocer que Jackson ha convertido un cuento de 309 páginas en una saga donde, su primera parte, ya rebasa los 150 minutos –esto es, más de dos horas y media–), por lo que no esperen equilibrio o cohesión en un conjunto que acapara los peores males de las dos últimas partes de la trilogía inicial: cuando decide detenerse en descripciones innecesarias se torna hastiante, y cuando quiere dar rienda suelta a su vena más aventurera no hace más que parecer un videojuego en el que la interactividad termina en el momento en que el espectador sólo contempla sin sentir la emoción de la propia aventura, algo muy habitual cuando un ¿autor? (en Peter Jackson ya no queda un atisbo de ello) se centra en la espectacularización del producto antes que en definir y dar profundidad a sus distintos personajes.

Resulta más flagrante todavía esa falta de calado si tenemos en cuenta que el primer tercio de la cinta (o incluso más) Jackson lo dedica a realizar un poco estimulante ejercicio de presentación en el que, paradójicamente, terminamos por no conocer a más de la mitad de los personajes, que a la postre acaban por importarle un comino al espectador. No ayuda esa anodina voz en off con que Bilbo entrega la historia al publico (y cuya duración también se excede en demasía), y todavía lo hace menos el hecho de que nos encontremos ante personajes que el neozelandés ni se molesta en describir con un mínimo de detalle (de hecho, la mitad de esa comunidad encajaría en la descripción de enano malhumorado y poco más) y que lanza al fragor de la batalla así, sin más.

Entretanto, tenemos la posibilidad de asistir a flashbacks donde se dan cita recargadas batallas que poco aportan, amén del hecho de aligerar levemente ese primer tramo, o a canciones (sí, aquí Jackson también se ha decantado por el musical más anodino, cuando en la trilogía inicial se dejó en la chistera a uno de los mejores personajes y su respectiva canción) que sólo hacen que hundir en el fango una narración ya hundida de antemano. Porque una cosa es entretenerse en una narración con motivo de aportar un contenido específico a la historia, y otra enredar con momentos banales que no llevan a ningún sitio y estirar situaciones previsibles y típicas en un afán humorístico que nunca llega a funcionar, no tanto por su naturaleza infantil, sino más bien por el poco talento que demuestra Jackson en esos confines de un género que antaño explotó muy bien desde una perspectiva más macarra.

Ni la llegada de las primeras luchas entre esa nueva comunidad y los orcos, ni la inclusión de personajes insustanciales que además de no aportar nada ni enriquecer el propio universo del film, resultan ridículos por excesivos (ese Radagast el Pardo en un trineo tirado por conejos), mejoran excesivamente un panorama que ya se presumía desolador sin necesidad de convertir cada maldita batalla y cada momento de aventuras en un parque de atracciones que saquea visualmente títulos como El templo maldito para no lograr ni una cuarta parte del trepidante espectáculo que Spielberg si conseguía al frente del personaje de Indiana Jones. Aquí todo se concibe de un desabrido modo donde el circo parece primar por encima de una épica (no, por más que uno introduzca una incesante banda sonora, la épica no va a aparecer por arte de magia) que podría ir mucho más acorde con ese universo, aunque en la cabeza de Jackson parezcan primar los momentos de humor mal concebidos o el desfile de secuencias rimbombantes al más puro estilo Hollywood.

Eso sí, hay que reconocerle en ocasiones la concepción de más de un momento de acción que, pese a acercarse nuevamente al mundo del videojuego (ese pequeño plano secuencia lateral), como mínimo destaca dentro de un conjunto en el cual quizá no sea tan difícil que suceda algo así, pero es de agradecer ciertos detalles de un genio que parece más apagado que nunca. Por otro lado, uno de esos instantes que podría haber resultado genial (el encuentro entre Bilbo y Gollum), termina resultando nuevamente pesado y aburrido hasta decir basta, y es que el afán de Jackson porque todas las secuencias de mayor importancia tengan ese tono grave y pretendidamente profundo parece no tener techo cuando incluso le dedica primeros planos a un Gollum intentando resolver acertijos y lo único que consigue es una mueca de incredulidad ante un momento tan pobremente concebido.


(Termina en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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