Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Mavid:
10
Ciencia ficción. Terror. Fantástico En una estación experimental remota de la Antártida, un equipo de científicos de investigación estadounidenses ven cómo en su campamento base un helicóptero noruego dispara contra un perro de trineo. Cuando acogen al perro, éste ataca brutalmente tanto a los seres humanos como a los caninos del campamento, y descubren que la bestia, de origen desconocido, puede asumir la forma de sus víctimas... (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Cosa de John Carpenter se estrena en 1982, el mismo día que llegó a las pantallas el Blade Runner de Ridley Scott, dos producciones que en su momento fueron fracasos de taquilla y denostadas por crítica/público, pero que ganaron un merecido reconocimiento con el paso de los años, al punto de ser vistas hoy día como obras de culto.

Se trata de un remake del film de Christian Niby, El Enigma de otro Mundo (1951), basado a su vez en la novela de John W. Campbell, Who Goes There? (1938), un largometraje al que Carpenter ya le debía tener un cariño especial pues su Laurie Strode de La Noche de Halloween (1978) la está visionando en pantalla mientras ejerce su labor de babysitter.

El detonante de la trama es la escena inicial del film, en en pasaje nevado, con un husky siberiano perseguido por un helicóptero -en un maravilloso plano general- por unos noruegos que tratan de darle caza, llegando a una base norteamericana en la Antártida, donde los noruegos son abatidos y el perro acogido. Lo que desconoce es que bajo la apariencia del animal se encuentra un ser del espacio exterior con la capacidad de imitar y/o suplantar al ser humano.

A un nivel superficial La Cosa es una película de invasiones extraterrestres y no sería una mentira, pero es mucho más interesante aquello que subyace a un nivel más profundo bajo esta trama, aquello que realmente quiere contar Carpenter; una historia sobre la desconfianza, sobre la paranoia que genera que el prójimo no sea aquello que dice ser y que tu vida esté en juego por ello, aquí sin lugar al que escapar, por estar en medio de la nada, y por una conveniente tormenta que mantiene a los protagonistas recluidos en el interior de la base, lo que suma a la sensación de miedo, la de claustrofobia.

De aquí es de donde salen las situaciones que dan más juego narrativamente, como cada una en la que los integrantes de la base tiene miedo a quedarse a solas con aquellos de los que desconfían, o la excelente escena de los análisis de sangre, historia viva -nunca mejor dicho- de la historia del cine. Una tensión y un clima recuperado en 2015 en Los Odiosos Ocho de Quentin Tarantino, que bien podría verse como un pseudo-remake pasado por el filtro western -sin olvidar la presencia en el reparto de Kurt Russell y la banda sonora de Ennio Morricone, ambos presentes aquí-.

El citado Kurt Russell encabeza un reparto solvente en el que encontramos nombres habitualmente secundarios como los de Keith David, Wilford Brimley o Richard Masur, personajes con poco desarrollo narrativo pero que ejercen como ejemplos del típico personaje carpenteriano, el de ser tipos preparados para todo, profesionales en aquello a lo que se dedican. Casi no sabemos nada de ellos una vez finalizados los ajustados 105 minutos de metraje, porque aquí su cometido, su arco narrativo, es el de sobrevivir a una normalidad alterada por un extraterrestre que los quiere hacer pedazos.

La criatura está diseñada por Rob Bottin (Robocop, Desafío Total), creando unos efectos especiales a la vieja usanza... bueno, a la usanza del 1982 en el que se rodó, de manera artesanal. Hay que decir que el extraterrestre aquí aparece poco, de manera muy medida, pero cada vez que hace acto de presencia se hace notar, por la espectacularidad de un diseño que juega con las posibilidades que puede dar de sí cualquier mutación del cuerpo humano bajo el escalpelo de algún mad doctor, aquí el señor Bottin

No quiero pasar por alto, ya para finalizar, la banda sonora de Ennio Morricone, aquí alejándose de su zona de confort; una composición que siempre me ha parecido que ha tenido una analogía con el latir del corazón humano; va, aquí ya me estoy flipando. Hay que decir, que pese a la presencia del genio italiano, La Cosa tiene una sonoridad carpenteriana -esos teclados-, que hasta aquí siempre se había ocupado de sus propias bandas sonoras por un tema de economizar recursos. Aquí se pudo dar el lujo de contar con un compositor de primera, que se llevó una inmerecida nominación a los Razzies.
Mavid
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow