Eastwood es un director sobrevalorado. Es cierto que es un director original, inquieto y valiente pero no es menos verdad que en algunas de sus películas imprime un cierto sello de novelón lacrimógeno y, por tanto, con descarados tintes comerciales. Suele abordar temas polémicos y controvertidos pero, en mi opinión, no sale airoso del envite, quizás por la excesiva duración de esos filmes, quizás por el excesivo apego a buscar la lágrima fácil.
"Más allá de la vida" cuenta tres historias distintas, todas relacionadas con la muerte: Una atractiva mujer que está a punto de perecer durante un tsunami, un niño de unos once años que acaba de perder a su hermano gemelo al que adora y, una especie de vidente, que es capaz de entrar en contacto con el más allá.
La película es un ejemplo de lo comentado anteriormente: Es demasiado larga y las personas predispuestas a la lágrima fácil agotarán un par de paquetes de Kleenex. Lo peor de todo es, que esto ya se sabe desde el primer minuto de la cinta, bueno, incluso antes, pues ya nos lo avisa el propio argumento y, a pesar de ello... dale que te pego al Kleenex.
Eastwood, eso sí, acierta plenamente con actores y actrices. Las interpretaciones son extraordinarias. Matt Damon nos ofrece toda una lección interpretativa en un papel, que otros que nos presentan como grandes actores, hubiesen destrozado con histrionismos baratos.
En fin, lo cierto es que a mí no me gusta salir del cine con sensación de tristeza, bueno, no me gusta cuando es una tristeza empalagosa que se adhiere a los sentidos desde el minuto uno de la película.