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Más allá de la vida

Drama. Intriga Narra paralelamente la historia de tres personajes que han tenido algún tipo de contacto con la muerte: una periodista francesa (Cécile de France), que estuvo a punto de morir durante el tsunami que asoló el Sudeste asiático en las Navidades de 2004; un niño inglés (George McLaren) que pierde a su hermano gemelo en un terrible accidente y que busca respuestas, y un norteamericano (Matt Damon) que tiene el don de comunicarse con los muertos. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 279
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2010
182 de 245 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Con Eastwood uno sabe que juega sobre seguro". Esas fueran mis razones para convencer a mi novia para ir al cine. Sin embargo, he de reconocer que una vez analizada la película no termina de cuajar.
Como siempre, el maestro Clint logra sacar unas interpretaciones de carne y hueso. El personaje de Cecile o la maravillosa actuación de los gemelos (brillante Bryce Dallas Howard), bajo el motivo musical de Rachmaninov, son de gran cine y rompen el corazón de cualquiera. También resulta estimable el interés de Eastwood de darle contexto real a la historia con las referencias al tsunami de Bali y la bomba en la estación de Charing Cross (aunque las fechas no terminan del todo de encajar, pero en fin).
El problema básico radica en que las tres historias no terminan de cuajar entre sí, que la tensión emocial se termina diluyendo en el estereotipo.
La cursilería final (nada desvelo) y , en suma, el personaje de Matt Damon no consiguen dar ni frío ni calor. Uno tiene la impresión al salir del cine de que ha habido fogonazos de algo en los otros caracteres y que todo se perdió en el ensamblaje. Tiene la impresión de que, al final, no se nos ha aportado nada trascendente sobre el más allá, sino una vuelta al tópico.
Le pongo un seis nada más por la interpretaciones de Cecile de France y de los niños. Lo demás es simplemente pasable.
Lucien
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23 de enero de 2011
162 de 229 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo derecho a no ser objetivo. Con Eastwood, ir al cine es un deleite. Lo de menos es qué te cuenta, sino cómo lo hace. Desde hace años, el mejor director de cine contemporáneo. Los que le llamaban fascista en sus comienzos como actor, ahora le critican el maravilloso cine de su envidiable vejez de 80 años muy cumplidos. Tócala Clint. Una y mil veces. No te mueras nunca, por favor. Cuéntame otro cuento, abuelo. Como tú sabes hacerlo. Sólo tú.

Ese maravilloso ritmo lento, como el discurrir de la vida, como la endeblez de nuestro ser. Deseando que llegue a pararse. Como la muerte. La mentira de la vida viva.

Ese tsunami que nos vapulea como a juguetes. Esa clase de cocina donde lo que vale es la continuidad de la especie, el instinto. Ese pérdida de un gorro, que es trascendiente y te hace trascender. Esa defensa de una maltrecha madre como única razón de vida. Esas ganas de vivir con fundamentos. Esa forma de vomitar sobre el radical islamismo, con una escolar sonrisa contradictoria. Esa trayectoria cambiante ante el roce con la muerte, propia o ajena. Esas fraternidades tan distintas como la vida misma. Esa soledad entre multitudes de apariencias y protocolos.

Y así dos horas. Que podrían haber sido cuatro. U ocho. No sé durante cuánto tiempo continuado podría degustar la filmografía del maestro sin desfallecer. Seguramente, lo que el cuerpo aguantara.

Y esa fotografía, de color opaco, cálido, reflexivo, a punto de quemarse. Esa música, compañera, apoyada en el genio ajeno de lo clásico y del jazz, llena de matices y caricias. Y esa interpretación dirigida, en la que el actor disfruta a las claras, conociéndose a sí mismo gracias al maestro. Y esos movimientos de cámara, esos primeros planos, esos cenitales.

El gran generalista, dominando todos los géneros. Se los voy a mezclar todos en la misma película ¿le vale?

Forzadas vidas cruzadas, dicen... ¿Quién no conoce de la jugarretas del destino? Y de sonrisas y lágrimas. La gente en la sala, disfrutando a lágrima viva, identificándose con el medium, la periodista, el niño, la madre que lo parió... etc.. Deseando que la película continúe hasta el infinito.

Háganme caso, salgan volando para la sala más próxima. Y recen conmigo para que en 2012 podamos paladear otra del genio. Contando lo que quiera.

... Como si fuera esta noche la última vez.

Cuando nunca quieres que un maestro acabe de enseñarte [4,5 sobre 5].

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El quicio de la mancebía [EQM]
elquicio
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22 de enero de 2011
90 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
No doy crédito al leer muchas de las críticas realizadas a esta película. ¿Fría? Si esto es una película fría invito a revisarse interiormente. ¿Bache en la filmografía de Eastwood? Si esto es un bache, la anterior "Invictus" fue un cataclismo, porque en esta no sólo recupera su tino, sino que me atrevo a decir que por momentos alcanza la magistralidad de su "Million Dollar Baby" o su "Mystic River".

Y es que "Hereafter" se podría definir como un thriller sobrenatural con tintes dramáticos y quedarse tan tranquilo, pero no. Tenemos una exquisita comedia romántica en una clase de cocina -con una Bryce Dallas Howard cuyos labios dan lugar a una de las escenas más sensuales que yo recuerde, sin que haga falta ni mover la cámara-, un drama en toda regla, en el que un niño pierde a su hermano gemelo en un accidente de tráfico. También hay una bonita historia de amor y desamor en Francia. Y por supuesto, el tema universal de Clint, el cowboy solitario, el espíritu destrozado, el melancólico George (un Matt Damon más creíble y correcto que en la olvidable "Invictus"). Todo esto lo mezcla sin despeinarse, equilibrando, logrando una lagrimilla por aquí y una amplia sonrisa por allá e internándose en un tema difícil, no apto para escépticos.

Es innegable que Eastwood se ha disfrazado un poco de Shyamalan para la ocasión, pero no por ello ha caído en el juego del terror fácil. Cuenta su historia con sobriedad y buen gusto, como de costumbre, gran parte de esto propiciado por su equipo tradicional, gracias a Tom Stern y su especial fotografía ténue, casi en blanco y negro, en este caso muy especial en las habitaciones oscuras, desde la que se aproximan las luces de las habitaciones continuas, a modo de luz a final del tunel. También las ambientaciones en San Francisco, Londres y París dicen mucho del paladar de este viejo zorro que es Clint Eastwood.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Atlantis
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15 de mayo de 2011
49 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que cuando uno envejece cada vez le importa menos la opinión de los demás sobre uno mismo, o sobre su obra. El sentido del ridículo toma la curva decreciente de la campana de Gauss, que en la madurez adquirió su punto más álgido.

Eastwood toca un tema tan viejo como el mundo. El "Hay más cosas en el cielo y en la tierra, que todas las que pueda soñar tu filosofía" shakesperiano es una constante en la historia, aunque en la actual barremos debajo de la alfombra.

Esto del mundo de los espíritus suele dar para chanzas y burlas. Yo mismo siempre lo he considerado un tema baladí y algo ñoño. El mérito de Clint Eastwood es acercarse desde un escepticismo amable. Supongo que la edad, y sobre todo ese escepticismo receptivo, ayuda a contemplar la muerte sin cerrarse innecesariamente puertas.

Bueno, pues más allá de sus propósitos, a Clint le ha salido una película irregular. Manteniendo su estilo tan placentero para el espectador, se va cambiando la gorrita de director. Arranca con la del mejor Spielberg en una secuencia realmente espectacular. La desarrolla con la de Iñárritu, para bien y para mal, pero sin tanto mareo. Y la cierra con la de Nora Ephron, que supongo que le cortará la indigestión a más de uno.

Este material en manos de cualquiera de los tres directores citados caería en los más espantosos de los ridículos. Pero en Eastwood como ya le debe sudar todo, logra mantenerse digno. Tal vez porque a diferencia de su anterior película, "Invictus", en ésta con un peor guión le pone más alma. Ley de vida.

O ley de muerte.
Gilbert
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24 de enero de 2011
54 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
…está el guión y tal vez el escrito por Peter Morgan no esté al nivel ni altura de la historia que nos quiere narrar Clint Eastwood. Se pueden buscar causas por el desplante de público y crítica ante la nueva cinta del director de “Gran Torino” y las encuentra en los planteamientos de su mismo argumento. Desde los desastres naturales a los financieros que desequilibran la estabilidad laboral en la denominada y actual crisis mundial pasando por el terrorismo para desembocar en la espiritualidad de un mundo que no piensa en la muerte y ha cesado de creer en el alma humana. Un popurrí que en manos de otro caería en el más absoluto ridículo pero que en manos de un autor, con absoluto respeto hacía sus personajes, se queda en un pañuelo que no abarca todo su contenido.

La narración está dividida en tres tramas en paralelo conducidas por una periodista francesa que sobrevive a un tsunami, Marie LeLay (Cécile de France), un hombre americano con un don que le permite tener conexiones con el más allá, George Lonegan (Matt Damon), y un niño inglés que perdió a su hermano gemelo, Marcus (George McLaren). Los tres con experiencias cercanas con la muerte y el desplante de una sociedad en la que no terminan de encajar.

Es obvio que esta fábula tiene un destino común pero Eastwood tampoco pretende realizar su particular “Babel” a lo Iñárritu / Arriaga sino que quiere reflejarnos la capacidad de un mundo para no ver más allá de lo físico y encadenado a la realidad y, por lo tanto, sin capacidad de amar verdaderamente. Los muertos se intentan comunicar con los vivos para que éstos continúen su camino pero aquellos que tienen el don lo esconden a la sociedad o la engañan con falsas promesas. Con semejante material en tiempos donde uno no come con oraciones y mucho menos con sermones no extraña que “Más allá de la vida” haya sido tan repudiada. En sí misma recuerda a la propia Marie LeLay exponiendo a sus espantados editores que habrá un cambio sobre el libro de François Mitterrand por el alma humana. La política por la muerte y lo que va más allá de la vida.

Renegar de la naturaleza de uno mismo y considerar los milagros como maldiciones parece estigmatizar a los protagonistas que representan la sociedad y ser uno de los fundamentos de la propuesta. “Más allá de la vida” nos habla de la pérdida de identidad en mundo sin espíritus y con almas errantes que se niega a hablar de los muertos y aquellos que tienen conexión con el etéreo son incapaces de relacionarse con los mortales.
El espíritu dickesiano se instaura en narración de las desgracias y miserias de los dos hermanos Marcus y Jason y el propio Charles Dickens ejerce de deus ex machina para culminar las vidas cruzadas. Parece que la ficción y la realidad pretenden entrelazarse entre polos que, pese al océano de las distancias y diferencias idiomáticas, tienen que permanecer unidos en un futuro optimista y esclarecedor.
Maldito Bastardo
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