Los habitantes del campo de refugiados esperan noticias de un inminente ataque estadounidense en tiempos de Sadam Husein. Para ello requieren de una antena parabólica y recurren a un chico apodado Satélite que la conseguirá en el mercado negro, dejando en claro la desinformación por parte de la población de la realidad bélica que azota al país. Satélite es el líder de los hijos de estos refugiados, los que pese a su corta edad, arriesgan sus vidas recolectando minas antipersonales en medio del desierto. El punto de vista de este infierno está radicado en estos niños, muchos de ellos sin extremidades debido a la peligrosa tarea que llevan a cabo dentro de esta economía de guerra.

Dentro de estos menores destaca Agrin, la niña que carga un hijo producto de la violación por parte de los soldados, y Hengov, su hermano manco que predice el futuro. Ambos son la voz del sufrimiento: Agrin es una muerta en vida que desea sacrificar a su hijo y suicidarse para acabar con su vergüenza, y Hengov siente pena por su hermana al saber que el conflicto está muy lejos de terminar.