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Voto de Cinéfilo de mierda:
3
Animación. Drama Año 1891. Un año después de la muerte de Vincent van Gogh, el cartero Roulin le pide a su hijo Armand que entregue personalmente la última carta de Van Gogh a su hermano, Theo, después de que sus intentos previos de enviársela hubieran fallado. A pesar de no haber apreciado a Van Gogh y recordar el incidente cuando el fallecido se mutiló su oreja y se la dio a una prostituta, Armand acepta con disgusto debido al afecto de su padre por ... [+]
10 de febrero de 2018
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a ser muy claro: Pese a sus particularidades, “Loving Vincent” es una MALA película. Así de simple. No quiero desmerecer el trabajo de los 115/125 pintores -Wikipedia no se pone de acuerdo- que dibujaron cada uno de los fotogramas de la obra; ni el de sus creadores, por materializar una propuesta tan arriesgada como esta, pero el resultado final hace aguas por tantos lados que consigue que la película solo funcione como experimento.

La historia arranca con un Vincent van Gogh ya fallecido. El hijo del cartero (¿?) recibe la misión de entregar la última carta de van Gogh a su destinatario, su hermano Theo. Bajo esta premisa, iremos conociendo la vida del artista mediante los relatos de las personas que le conocieron, haciendo hincapié en sus últimos días y su misteriosa muerte.

A nivel de guion, la historia recuerda a las películas de detectives e, incluso, a todo el género de las aventuras gráficas en los videojuegos. El protagonista, sin mucho sentido, pronto adquiere y rol de investigador y se pasea por el pequeño pueblo interrogando a todo el que pilla, sin que existan motivos claros para hacerlo. Pasada la mitad de la historia se encontrará un elemento extraño que le afecta principalmente y le desvía unos instantes de la trama principal, luego retoma, luego parece fracasar y luego concluye. Es como una especie de film noir protagonizado por un señor vestido de amarillo chillón, con unos creadores que no se han preocupado absolutamente nada ni por innovar ni por ocultar su falta de innovación.

Además, esta historia adolece de unos diálogos que no hacen más que potenciar su carácter monótono. El personaje principal, bien metido en su rol autoimpuesto de investigador privado, no tiene tiempo que perder y no le interesan las mierdas de sus compañeros de reparto: salta con van Gogh nada más entrar a escena. Y las pocas interacciones que tienen entre ellos, parecen calcadas de otras historias, de otros personajes y de otras situaciones que ya hemos visto en otras obras. Y, hasta cierto punto, es agradable que todos cuentan con ciertas particularidades, más allá de su diseño visual, que los hacen carismáticos y disfrutables, aunque carezcan de evolución o de participación directa en la trama. Se ha intentado proveer de cierto desarrollo a Armand por ser el personaje principal, pero es una transformación tan sutil y con tan poca implicación en la trama que habría sido mejor haberla ignorado.

Me pregunto si las características de este proyecto han sido culpables de un guion tan flojo. Toda localización y todo personaje hace alusión a un cuadro real del artista, ligeramente adaptado a las condiciones de la historia. Podría haber resultado en un juego muy original y disfrutable, pero la falta de imaginación y de originalidad lastran el conjunto. Ocurre algo similar con los aspectos de la vida de van Gogh en los que se han centrado: aunque no dudo de su fidelidad, han puesto el foco en una teoría reciente sobre su muerte, me supongo que para darle un toque de intriga o para motivar tanto interrogatorio. Considero que hay muchas otras cuestiones más interesantes que tratar sobre el máximo exponente del impresionismo, que le aporten un tono más intimista e introspectivo a la obra. Del mismo modo, el ritmo de “Loving Vincent” no permite respirar ni asimilar las emociones de los personajes, ni persigue ningún afán contemplativo. Irónicamente, es como si la película se hubiera despojado del carácter artístico del cine, y lo hubiera fiado todo en las obras de arte que homenajea. Una decisión estúpida que no funciona ni tan siquiera desde lo más básico, pues todas las pinceladas que caracterizan a van Gogh se vuelven un caos frenético y desagradable que puede llegar incluso a marear. Si descontamos el mérito de haber juntado a más de 100 pintores -y seguro que hay muchas otras producciones con equipos más grandes-, lo que nos queda es bazofia.
Cinéfilo de mierda
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