Tiene algo de Brokeback Mountain, dos seres que se necesitan en medio de la nada, en contra de las circunstancias, apartados de la sociedad, el amor o lo que cojones sea y la ancha y fría naturaleza, la soledad y el calor humano ante la indiferencia del universo entero que siempre está a otra cosa, expandirse o nada, y otro poco de El piano, el bestia y la doncella o dama frágil, la brutalidad y la delicadeza, los polos opuestos que se atraen en cierto aspecto o punto en el que se cruzan, el buen salvaje y la especial o diferente que tiene una tara o gran problema (aquella muda, esta reúma) y que es tan tan artista y, claro, bastante también de aquella peli sueca exitosa Bajo el sol en la que un granjero cuarentón y solitario contrata a una criada que... le hace ver por fin la luz, esa.
La película está bien, es parca y contenida, superficial, ausente, bonita, dolida y bien interpretada (aunque un poco amanerada por parte de ella, él me gustó más, recio para variar), triste y tierna, arquetípica, un cuento agradable a pesar de todo, sin mucha personalidad, que recuerda a tantos otros, que no se quiere meter en camisa de once varas, que pasa un poco de puntillas sobre todo, tímidamente, y que cuando se quiere poner más explícita o sentimental o le añade alguna canción que no viene nada a cuento un tanto más la caga o naufraga. Es de estampas o viñetas, de las mejores intenciones, de esas que están hechas para agradar incluso al más antipático personal, que dejan a todo el mundo contento, con el alma más henchida de bondad y belleza si cabe, para tocarte la fibra sensible, pero tampoco demasiado, sin exagerar ni herirte, con prudencia, es un regalito nada envenenado.
Al principio de la relación hay o tiene cierto humor, él que casi no sabe hablar y cómo ella lidia con semejante mastuerzo, después excesiva rudeza, la hostia, y finalmente algo más de sentimentalismo un tanto forzado*. Son vidas tristes y sufridas, habla del otro lado, del salvaje, de lo dura que puede llegar a ser la existencia de algunas personas, los desheredados de la tierra, de gente desvalida y marginada, de la moralidad de hierro de los derrotados, de su lealtad a prueba de bombas, los idealiza y ama, es romántica en ese sentido, un canto a los perdedores, al fracaso como azar chungo o negro punto de partida que se redime o supera gracias a la abnegación, la lucidez y el sacrificio, los eleva a los cielos, criaturas celestiales, santos inocentes, en contraposición con los más adaptados, su familia, hermano y tía que son más como hienas, casi como los de Million Dollar Baby, desaprensivos, aunque los secundarios, la neoyorquina y el amigo, hacen ver que ni siquiera eso, el resto, la estúpida gente como él dice, tampoco son necesariamente malos, ni mucho menos, a lo sumo indiferentes, la película no carga las tintas contra nada ni nadie mucho, es bastante mesurada y comprensiva ya que hasta la desgracia materno filial se resuelve de manera correcta, sin grandes aspavientos ni tragedias toreras, ese tono medio que arregla todos los problemas peliculeros.