Desgarrador drama sobre el vacío existencial y la incomunicación marital que ríete tú de Bergman o Antonioni.
Las infinitas miserias de un matrimonio burgués radiografiadas con incisivo bisturí por el maestro berlinés de la ironía.
A un lado del ring, el sucio y aburrido dinero, la asquerosa costumbre y la falta de pasión. Al lado contrario, el arte, la belleza, la inteligencia.
El borreguismo manso contra la intemperie individualista. Amor o sexo.
El trofeo es boquita de piñón Merle Oberon. Los contendientes, el amorfo Douglas y el enano resabiado Meredith.
Civilizada, inteligente, divertida comedia que viste feroces sordideces con capas de maquillaje que transitan entre la frivolidad y el buenismo infantil.
Llena de alusiones y hallazgos, de gracias e ingenios, por momentos deslumbra y en otros aburre. Brilla en ciertos diálogos y maldades, se adormece y entorpece con la explicaciones necesarias para que avance la aparatosa tramoya teatral.
Se mueve entre extremos, puede ser increíblemente retorcida y despiadada y terriblemente blanda y añoñada.
Pero no hay moral, sacrificada en el altar de la inteligencia.
Este combate lo gana por goleada el cine antiguo al moderno.
Sin duda.