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Voto de Ferdydurke:
4
6,3
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Drama
Que te gusten los chicos, o quizá encontrar que son estúpidos; ser supercercana con tu mejor amiga, y aun así no contarle tus secretos; tener problemas en el colegio y unos padres aburridos. Este es el tipo de problemas a los que se enfrenta una niña de 13 años. Para Sara eso no tiene nada que ver con el hecho de que su mamá viva con otra mujer. Aunque su padre no piense lo mismo. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2017
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ahoga en su propia y elegante forma, en su continua elusión y sutil alusión, en su apuesta por los sobreentendidos y el sucedido de fondo. Tanto se contiene y sugiere que cuando quiere mojarse y opinar de verdad, no de lado y solo con pildoritas, ya es demasiado tarde, se le pasó el momento y nunca volverá. Ahora ya no vale con decir la tuya con sincera honestidad, tiempo tuviste durante los noventa previos minutos para dejar claro tu punto de vista sin necesidad de dar tantos rodeos y hacer tantos disimulos.
Se evita el maniqueísmo grueso, pero canta demasiado el partidismo. Se huye del tópico, pero todo es muy convencional. Se prescinde del morbo y el grito, pero el conflicto es obvio y consabido. Se quiere quedar bien y termina en aguachirri. Simpático, bien hecho y fallido. Un gesto contrahecho, una mirada torcida, un ay y un pequeño bluf al final del todo.
(Atención, mucho spoiler a continuación, aquí abajo por falta de espacio, pero solo leer en caso de perentoria necesidad de más o mayor información. Usted verá)
- Adolescencia. La protagonista está en ella, en sus turbulentos y desconcertantes principios, cuando se busca identidad, lugar, seguridad, afirmación. De ahí su dolor. Por ello su rebeldía. Porque siente la presión de la "normalidad", del grupo, de la corriente mayoritaria. Y cuando más inseguro te sientas sobre tu posición e identidad, con más fervor necesitarás unirte a la manada y ser uno más, sentir el calor de los que te rodean, hacer lo que sea para ser aceptado. No tener falla, tacha o cualquier posible defecto o punto débil que se te pueda achacar o utilizar en tu contra. En este caso, es, evidentemente, el lesbianismo de su madre lo que a ella le da miedo. No porque suponga un problema o menoscabo en la intimidad, en su equilibrio o el afecto que ella recibe, mucho más bien por lo que pueda suponer de rareza entre los de su edad, por las habladurías, los cuchicheos y las maledicencias, por el dedo que apunta, señala y acusa, que pide siempre sangre.
- Custodia. La tiene la madre. Se supone que por costumbre (nada nos explican al respecto y se echa de menos para que la historia tenga todo el sentido. Igual que nada se habla de dineros, visitas, casas, trabajos, sueldos, pensiones y demás menudencias sin ninguna importancia en la vida de la gente que, sin embargo, suelen ser casualmente, qué raro, tan decisivas cuando se batalla en estos fangos tan diarios o habituales. Casi ni aportan datos sobre nada, se dan por supuesto, por añadidura, no vaya a ser que nos metamos en problemas y se compliquen las cosas, la tesis o trama que realmente nos importa si la película es, tal vez, una simple excusa). Porque siempre se ha hecho así y punto. Fin de la discusión. Pero el problema es que el padre no se conforma y también la quiere (¿en una sociedad realmente igualitaria, la que aquí parece que se propugna, no debería tener igual derecho, por qué no, no se parte de una injusticia, que aquí se escamotea o no se nombra siquiera, si eso no es así desde un buen principio?). Y aprovecha las dudas de su hija para pelear por ella. Sibilina, malévola, silenciosa, lógicamente.
Se evita el maniqueísmo grueso, pero canta demasiado el partidismo. Se huye del tópico, pero todo es muy convencional. Se prescinde del morbo y el grito, pero el conflicto es obvio y consabido. Se quiere quedar bien y termina en aguachirri. Simpático, bien hecho y fallido. Un gesto contrahecho, una mirada torcida, un ay y un pequeño bluf al final del todo.
(Atención, mucho spoiler a continuación, aquí abajo por falta de espacio, pero solo leer en caso de perentoria necesidad de más o mayor información. Usted verá)
- Adolescencia. La protagonista está en ella, en sus turbulentos y desconcertantes principios, cuando se busca identidad, lugar, seguridad, afirmación. De ahí su dolor. Por ello su rebeldía. Porque siente la presión de la "normalidad", del grupo, de la corriente mayoritaria. Y cuando más inseguro te sientas sobre tu posición e identidad, con más fervor necesitarás unirte a la manada y ser uno más, sentir el calor de los que te rodean, hacer lo que sea para ser aceptado. No tener falla, tacha o cualquier posible defecto o punto débil que se te pueda achacar o utilizar en tu contra. En este caso, es, evidentemente, el lesbianismo de su madre lo que a ella le da miedo. No porque suponga un problema o menoscabo en la intimidad, en su equilibrio o el afecto que ella recibe, mucho más bien por lo que pueda suponer de rareza entre los de su edad, por las habladurías, los cuchicheos y las maledicencias, por el dedo que apunta, señala y acusa, que pide siempre sangre.
- Custodia. La tiene la madre. Se supone que por costumbre (nada nos explican al respecto y se echa de menos para que la historia tenga todo el sentido. Igual que nada se habla de dineros, visitas, casas, trabajos, sueldos, pensiones y demás menudencias sin ninguna importancia en la vida de la gente que, sin embargo, suelen ser casualmente, qué raro, tan decisivas cuando se batalla en estos fangos tan diarios o habituales. Casi ni aportan datos sobre nada, se dan por supuesto, por añadidura, no vaya a ser que nos metamos en problemas y se compliquen las cosas, la tesis o trama que realmente nos importa si la película es, tal vez, una simple excusa). Porque siempre se ha hecho así y punto. Fin de la discusión. Pero el problema es que el padre no se conforma y también la quiere (¿en una sociedad realmente igualitaria, la que aquí parece que se propugna, no debería tener igual derecho, por qué no, no se parte de una injusticia, que aquí se escamotea o no se nombra siquiera, si eso no es así desde un buen principio?). Y aprovecha las dudas de su hija para pelear por ella. Sibilina, malévola, silenciosa, lógicamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
- Lesbianismo. Ellas viven bien. Parecen felices en pareja y en su relación con las niñas. Pero el mundo no opina tan igual. Y se lo hace notar, aunque sea, más o menos, indirectamente.
- Idea esencial. Se quiere mostrar como la homosexualidad, femenina en este caso, es, todavía hoy, una posible vulnerabilidad. Algo por lo que te pueden hacer daño. Hasta quitarte tus hijos. A pesar de que los quieras y te quieran.
- Parcialidad. No se subraya ni se utiliza brocha gorda, pero parece claro de qué lado se vuelca la mirada que muestra. A ella, a la madre, nos la enseñan espontánea, impulsiva, pasional, entregada, alegre, buena, pese a algún pequeño arrebato que la humaniza. A él, al padre, le vemos contenido, calculador, frío (utilización de la "psicóloga familiar" para sonsacar información comprometida), medroso, educadamente venenoso, amablemente trapacero e inadvertidamente cómico y quizás hasta levemente repulsivo. La madre es más modesta y de vivir más relajado. El padre es más estirado, rico y de aires potentados y relamidos. La compañera de la madre es una persona generosa, inteligente y conciliadora, con sentido del humor y pacificadora nata. A la compañera del padre ni la conocemos, ni habla, siente o padece, bulto sospechoso que ocupa espacio y respira, como si casi fuese un mal sueño. ¿Manipulación narrativa descarada o no tanto?
Es en este aspecto donde quizás la película más se contradiga. Trata de, o aparenta al menos, ser aséptica, elevada, distanciada, hasta objetiva, comprensiva y sabia, no cargar las tintas ni ser una hincha o forofa de un color o parte, pero lo es, claramente, aunque ese posicionamiento sea más fino, civilizado y rebuscadamente retorcido que en otros casos mucho más mayoritarios, tan obvios y primitivos.
- Otros asuntos y personajes. La abuela materna, lo mismo que el profesor que conversa con Sara, representan, desde diferentes ángulos, la postura censora y homofóbica de la sociedad, no muy sutil por otra parte. La compañera y amiga del alma de la simpática y lista Sara sería un altavoz más espontáneo, desinhibido y libre de ese misma sociedad "bien" chilena. La hermana, la tierna Cata, es el ser inocente, puro, que sufre, pena ante una situación que la desborda. No entiende mucho, pero nota que algo va mal.
Sara se encuentra dividida, tironeada, troceada por todos lados, por su madre, por su padre, por su amiga, por su edad, por su sangre, por sus dudas, temores, anhelos y pequeñas trampas de una aprendiza de ser humano adulto a la que un pequeño desliz, travesura, truco o simple desahogo y pedida de auxilio, me refiero a la queja que relata a su padre tras una inofensiva cuchipanda (ponme la mano aquí, Macorina... ) de la madre, y que es la chispa que desencadena esta cotidiana tragedia, sea, la encarnizada y dolorosa lucha legal, digo que le sale muy caro ese error de cálculo a la pobre, tanto como cambiar de aires, abandonar a la amada madre e irse a vivir a la casa del enemigo (de su madre sí, no debería ser el de las niñas), o quizás en verdad no haya para tanto espanto finalmente, hasta pude que no sea tan horrible la estancia duradera en casa paterna, un padre y una hija al fin y al cabo, para variar, quién sabe de estas cosas tan intrincadas, amorosas y familiares. No debería estar tan claro. ¿O sí? ¿Por qué? ¿Quién lo decide?
- Idea esencial. Se quiere mostrar como la homosexualidad, femenina en este caso, es, todavía hoy, una posible vulnerabilidad. Algo por lo que te pueden hacer daño. Hasta quitarte tus hijos. A pesar de que los quieras y te quieran.
- Parcialidad. No se subraya ni se utiliza brocha gorda, pero parece claro de qué lado se vuelca la mirada que muestra. A ella, a la madre, nos la enseñan espontánea, impulsiva, pasional, entregada, alegre, buena, pese a algún pequeño arrebato que la humaniza. A él, al padre, le vemos contenido, calculador, frío (utilización de la "psicóloga familiar" para sonsacar información comprometida), medroso, educadamente venenoso, amablemente trapacero e inadvertidamente cómico y quizás hasta levemente repulsivo. La madre es más modesta y de vivir más relajado. El padre es más estirado, rico y de aires potentados y relamidos. La compañera de la madre es una persona generosa, inteligente y conciliadora, con sentido del humor y pacificadora nata. A la compañera del padre ni la conocemos, ni habla, siente o padece, bulto sospechoso que ocupa espacio y respira, como si casi fuese un mal sueño. ¿Manipulación narrativa descarada o no tanto?
Es en este aspecto donde quizás la película más se contradiga. Trata de, o aparenta al menos, ser aséptica, elevada, distanciada, hasta objetiva, comprensiva y sabia, no cargar las tintas ni ser una hincha o forofa de un color o parte, pero lo es, claramente, aunque ese posicionamiento sea más fino, civilizado y rebuscadamente retorcido que en otros casos mucho más mayoritarios, tan obvios y primitivos.
- Otros asuntos y personajes. La abuela materna, lo mismo que el profesor que conversa con Sara, representan, desde diferentes ángulos, la postura censora y homofóbica de la sociedad, no muy sutil por otra parte. La compañera y amiga del alma de la simpática y lista Sara sería un altavoz más espontáneo, desinhibido y libre de ese misma sociedad "bien" chilena. La hermana, la tierna Cata, es el ser inocente, puro, que sufre, pena ante una situación que la desborda. No entiende mucho, pero nota que algo va mal.
Sara se encuentra dividida, tironeada, troceada por todos lados, por su madre, por su padre, por su amiga, por su edad, por su sangre, por sus dudas, temores, anhelos y pequeñas trampas de una aprendiza de ser humano adulto a la que un pequeño desliz, travesura, truco o simple desahogo y pedida de auxilio, me refiero a la queja que relata a su padre tras una inofensiva cuchipanda (ponme la mano aquí, Macorina... ) de la madre, y que es la chispa que desencadena esta cotidiana tragedia, sea, la encarnizada y dolorosa lucha legal, digo que le sale muy caro ese error de cálculo a la pobre, tanto como cambiar de aires, abandonar a la amada madre e irse a vivir a la casa del enemigo (de su madre sí, no debería ser el de las niñas), o quizás en verdad no haya para tanto espanto finalmente, hasta pude que no sea tan horrible la estancia duradera en casa paterna, un padre y una hija al fin y al cabo, para variar, quién sabe de estas cosas tan intrincadas, amorosas y familiares. No debería estar tan claro. ¿O sí? ¿Por qué? ¿Quién lo decide?