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Voto de Ferdydurke:
6
5,7
1.788
Comedia
Cuando la mala suerte y un asunto de poca monta llevan a la cárcel a Gonzalo Millares, la sensación de vértigo y malestar es tan grande que pone su seguridad en manos de Ginés Giménez, un timador mujeriego y borrachín que, a cambio de un futuro mejor fuera de la cárcel, se presta a echarle una mano mientras dure su cautiverio. Ése es el trato. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tierna comedia picaresca. En la mejor tradición española. Hasta para robar hay clases: Paco Rabal (inmenso, abrumador) y Arturo Fernández (estupendo, simpático).
Los personajes son mejores que la historia. Sus andanzas son flojas y deslavazadas, con un aire castizo y chabacano como de pleno destape, con una fotografía gris, una banda sonora fea y un tono demasiado pedestre y simplón, entre infantil y zafio. En cambio, ellos tienen gracia, humanidad, solera y están bien compenetrados (no es nada extraño que acabaran haciendo una serie).
Aventuras de medio pelo para estos Vaquilla y Torete ya crecidos, quizás, si nos ponemos finos, Rinconete y Cortadillo, o, ya tirando la casa por la ventana y forzando un poco la máquina comparativa siempre tan bonita, primos muy lejanos, lejanísimos, del Quijote y Sancho Panza venerables.
Del talego a la buena vida solo hay un paso. Trufado de buenas mozas, chorizos de guante blanco, maridos enfadados, cubatas de coñac, ricos ridículos y, sobre todo, esa zarzamora que a todas horas llora que llora y esa Lola Flores fabulosa en su breve papel badalonés tan acogedor.
Resulta inevitable cogerles cariño y querer más de estos golfos tan penosos. También ayudan los buenos secundarios a ello.
Amable película, escuálida pero digna, trivial pero sustanciosa. Te gana a pesar de su pobretón acabado o quizás por eso incluso con más motivo.
¡Vivan Ginés y Millares!
Los personajes son mejores que la historia. Sus andanzas son flojas y deslavazadas, con un aire castizo y chabacano como de pleno destape, con una fotografía gris, una banda sonora fea y un tono demasiado pedestre y simplón, entre infantil y zafio. En cambio, ellos tienen gracia, humanidad, solera y están bien compenetrados (no es nada extraño que acabaran haciendo una serie).
Aventuras de medio pelo para estos Vaquilla y Torete ya crecidos, quizás, si nos ponemos finos, Rinconete y Cortadillo, o, ya tirando la casa por la ventana y forzando un poco la máquina comparativa siempre tan bonita, primos muy lejanos, lejanísimos, del Quijote y Sancho Panza venerables.
Del talego a la buena vida solo hay un paso. Trufado de buenas mozas, chorizos de guante blanco, maridos enfadados, cubatas de coñac, ricos ridículos y, sobre todo, esa zarzamora que a todas horas llora que llora y esa Lola Flores fabulosa en su breve papel badalonés tan acogedor.
Resulta inevitable cogerles cariño y querer más de estos golfos tan penosos. También ayudan los buenos secundarios a ello.
Amable película, escuálida pero digna, trivial pero sustanciosa. Te gana a pesar de su pobretón acabado o quizás por eso incluso con más motivo.
¡Vivan Ginés y Millares!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La España del ochenta y tres todavía sin remozar ni modernizar, antes de convertirse en este pandemónium de apariencia tan europeo, como si ese anhelo cosmopolita fuera necesariamente bueno que tampoco nada del todo, y de esencia tan cateta, tribal y brutal, cuando se vislumbraba el pelotazo orgiástico/agonístico en lontananza que nos asolaría con tamaña furia avariciosa pocos años después, convertido en el sueño húmedo de los nuevos zarrapastrosos gerifaltes, los verdaderos bandoleros patrios, mucho más peligrosos, mediocres y feos que estos dos, al fin y al cabo, más bien inofensivos ciudadanos.