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Voto de Ferdydurke:
3
4,9
5.645
Acción. Ciencia ficción. Thriller
En el año 2022 el capitán John Robbins es conducido a Absolom, una isla selvática donde los presos más conflictivos son abandonados a su suerte. Robbins se enfrenta a una situación límite: la lucha contra una sociedad salvaje y primitiva, los presos más terribles y los demonios de su pasado. Para Robbins sólo existe una salida: escapar a toda costa de Absolom. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2015
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mala, sin remedio, a mucha conciencia.
El problema de este tipo de películas tan entretenidas, tan de evasión, tan emocionantes y de aventuras, tan..., es que no entretienen ni interesan ni evaden ni emocionan ni... nada; al contrario, te obligan a pensar en cosas tan apasionantes como el camión de la basura, los ladridos del perro del vecino, la inflación por las nubes en la República de Weimar, Marbella como unidad de destino en lo universal, y, en el peor de los casos, en el (sin)sentido del (cierto) cine, ya que para narrar algo con gracia importa mucho menos el qué se cuenta (es bien sabido que está casi todo dicho y visto) que el cómo se cuenta (habilidad, ingenio, humor..., estas cosas tan raras, poco conocidas y practicadas, suelen ayudar); y aquí hay tal acumulación de tópicos, plagios de montones de pelis (trozos, remedos y abortos mal cosidos), diálogos absurdos, personajes sin sentido, situaciones grotescas, actores malos... que no se puede ver o tomar más que como un suave narcótico o una tortuosa música de tanatorio.
Pero si hasta el bueno de Liotta, con su mirada azul cortando el viento, está todo el santo rato venga a poner caras frías, sin pestañear, pétreas, filosóficas, por lo menos, como si creyera que es Bergman y no Campbell el jefe de todo esto tan malo, causa incredulidad y, sí, un poco también de risa.
Prólogo futurista cutre, supuestamente muy avanzado (nunca aciertan, ya hemos echado la mano al cuello del futuro y nada que ver), que abandonan con prisas para llevarnos a otro asunto habitual también en estos desgraciados casos, el retro futuro o apocalipsis medieval (si tal cosa existe), con señores de la guerra, clanes y siervos, y con dos bandos enfrentados, los muy buenos contra los muy malos (así, a lo bruto); y un héroe total frente a un malvado abisal.
Y nada. Dos horas estiradas sin motivo, una trama detenida por conversaciones imposibles, una pesadez obtusa y cansina, una tortura china, cómo cae la lluvia.
El problema de este tipo de películas tan entretenidas, tan de evasión, tan emocionantes y de aventuras, tan..., es que no entretienen ni interesan ni evaden ni emocionan ni... nada; al contrario, te obligan a pensar en cosas tan apasionantes como el camión de la basura, los ladridos del perro del vecino, la inflación por las nubes en la República de Weimar, Marbella como unidad de destino en lo universal, y, en el peor de los casos, en el (sin)sentido del (cierto) cine, ya que para narrar algo con gracia importa mucho menos el qué se cuenta (es bien sabido que está casi todo dicho y visto) que el cómo se cuenta (habilidad, ingenio, humor..., estas cosas tan raras, poco conocidas y practicadas, suelen ayudar); y aquí hay tal acumulación de tópicos, plagios de montones de pelis (trozos, remedos y abortos mal cosidos), diálogos absurdos, personajes sin sentido, situaciones grotescas, actores malos... que no se puede ver o tomar más que como un suave narcótico o una tortuosa música de tanatorio.
Pero si hasta el bueno de Liotta, con su mirada azul cortando el viento, está todo el santo rato venga a poner caras frías, sin pestañear, pétreas, filosóficas, por lo menos, como si creyera que es Bergman y no Campbell el jefe de todo esto tan malo, causa incredulidad y, sí, un poco también de risa.
Prólogo futurista cutre, supuestamente muy avanzado (nunca aciertan, ya hemos echado la mano al cuello del futuro y nada que ver), que abandonan con prisas para llevarnos a otro asunto habitual también en estos desgraciados casos, el retro futuro o apocalipsis medieval (si tal cosa existe), con señores de la guerra, clanes y siervos, y con dos bandos enfrentados, los muy buenos contra los muy malos (así, a lo bruto); y un héroe total frente a un malvado abisal.
Y nada. Dos horas estiradas sin motivo, una trama detenida por conversaciones imposibles, una pesadez obtusa y cansina, una tortura china, cómo cae la lluvia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Y si nos metemos con el final... De broma sería poco decir.
El "Padre" dando consejos pelmas y muriéndose a cada rato, en todas las esquinas y varias veces, Liotta haciendo gestos de iluminado (esto lo soluciono yo por mis cojones que voy sobrado) y lanzando la bomba atómica (sí, todo capacidad de destrucción), el malote cayendo ensartado (ya tocaba) y... nada, que el alcaide (por cierto, qué malos son los gordos, los dos que salen son horrorosos, todo depravación e inmundicia) se ve que se aburría en su soledad poderosa y fue a echar un vistazo, con helicóptero puesto por el ayuntamiento y, sobre todo, como ofrenda tan merecida a los levantiscos fugados, para que no se cansaran en su huida penosa, y..., venga, surcando el cielo les vemos escapar ya libres, felices como perdices, en busca de la verdad y la luz.
Pues eso, plúmbea y apelmazada, sin nada de humor y, con diferencia lo mucho peor, además nos hurtan a las mujeres los muy cabrones (el colmo, ni ese favor nos hacen, qué rácanos y mezquinos que son estos del cine).
Mucho peor de lo que aparentaba, y mira que no tenía buena pinta ninguna.
Solo se salva del desastre completo por el tran tran morisco que nos lleva, ese ritmo machaca, de metrónomo, de plan quinquenal, de obrero estajanovista drogado hasta las cejas con somníferos adulterados por mafiosos marselleses, un run run peleón, dos horas de vellón, qué son.
El "Padre" dando consejos pelmas y muriéndose a cada rato, en todas las esquinas y varias veces, Liotta haciendo gestos de iluminado (esto lo soluciono yo por mis cojones que voy sobrado) y lanzando la bomba atómica (sí, todo capacidad de destrucción), el malote cayendo ensartado (ya tocaba) y... nada, que el alcaide (por cierto, qué malos son los gordos, los dos que salen son horrorosos, todo depravación e inmundicia) se ve que se aburría en su soledad poderosa y fue a echar un vistazo, con helicóptero puesto por el ayuntamiento y, sobre todo, como ofrenda tan merecida a los levantiscos fugados, para que no se cansaran en su huida penosa, y..., venga, surcando el cielo les vemos escapar ya libres, felices como perdices, en busca de la verdad y la luz.
Pues eso, plúmbea y apelmazada, sin nada de humor y, con diferencia lo mucho peor, además nos hurtan a las mujeres los muy cabrones (el colmo, ni ese favor nos hacen, qué rácanos y mezquinos que son estos del cine).
Mucho peor de lo que aparentaba, y mira que no tenía buena pinta ninguna.
Solo se salva del desastre completo por el tran tran morisco que nos lleva, ese ritmo machaca, de metrónomo, de plan quinquenal, de obrero estajanovista drogado hasta las cejas con somníferos adulterados por mafiosos marselleses, un run run peleón, dos horas de vellón, qué son.